- Bueno ¿Qué estás esperando? - cruzó sus brazos y me miró con una pequeña sonrisa.
- No sé, todo esto fue muy triste y no puedo entender cómo es que no te afecta... A veces me asustas - ella se empezó a reír.
- Ay Joe, veo que no me conoces...- la miré confundido - Eso ya no importa, vete por favor...- me abrió la puerta y me saludó con su mano mientras caminaba hacia el ascensor con el corazón partido... Pero... ¿Era a mi al que le afectaba? ¿Yo quería esa niña? Aunque había creído que nada de ella me importaba, ese vientre era lo único que me mantenía cuerdo en esa casa y no sabía por qué... Había creído que ese bebé no era mio y cuando supe que llevaba mi sangre, se me escapó de los brazos... Un suspiro profundo hizo eco en el gran ascensor, abriéndose sus puertas junto a una alarma chillona...
Mi valija terminó en los asientos traseros a raíz de un lanzamiento desganado y otro suspiro, uno cansado. Me senté y cerré la puerta con fuerza y mis brazos cayeron en el volante junto con mi cabeza sobre ellos.
El llanto surgía desde el fondo de mi cuerpo y mi corazón...
<< Adelaine Jonas...>>
Mi rumbo fue directo a la casa de Dayna, aunque mi estado no era muy bueno, la necesitaba más que nunca. Traté enjugar mis lágrimas y ser fuerte con este tema... Ya no había nada qué hacer...
Eran las cuatro de la mañana y no dejaba de moverme en la penunbra de mi cuarto. Me sentía nerviosa o más bien, sola... Si hace menos de dos horas estaba con Joseph y ahora tenía el presentimiento de que no volvería a estar conmigo.
- Va a tener una familia, un hijo... Él tiene que estar con esa criatura - quedé pensante mientras me dejaba caer sobre las sábanas al haber terminado de cambiarme con el pijama.
- Tengo que aceptar la vida que le tocó y que me toca a mi...- bufé triste y hundí mi cabeza en los almohadones, pero mi celular me desconcentró... Lo tomé entre mis manos y decía: "Número desconocido"
- ¡Qué raro! - miré confundida el celular y decidí atender
<< Debe ser alguien equivocado...>>
- Buenas noches, preciosa - una voz ronca y masculina retumbó en mi oído y fue directamente a ocasionarme nervios.
- Francis...- dije con voz queda.
- ¡Correcto! - exclamó de una forma burlona - te acabas de ganar una noche con tu inolvidable hombre...
Lo primero que se me vino a la cabeza fue colgarle el teléfono pero mis manos se habían congelado con sólo su presencia vocal.
- Mejor, no molestes...- dije de una vez con valentía.
- Esa no es una linda forma de contestar, princesa - lo decía para molestarme y en verdad, eso dolía despues de los dos años que le había dedicado y los que en un segundo se fueron al drenaje. No tenía derecho en atormentar mi vida.
- No te mereces mi respeto como yo lo merecía cuando estábamos juntos - exclamé cansada de su seguidilla de molestias - Ya no eres ni una milésima parte de mi vida y por suerte, puedo vivir sabiendo que lo que me hiciste fue lo correcto para encontrar a la persona que en verdad amo...- estaba orgullosa de todo lo que estaba diciendo. Por tantos años me había tenido arrastrándome por él y satisfaciéndolo, pero ahora, él era el miserable que dependía de mi...
- No me trates así, sólo quiero que me perdones - gimoteó con un tono aguado y misericordioso. Mis ojos se movían de un lado al otro, ya sin saber qué decirle.
- ¿Qué te perdone qué?¿Que gracias a que me engañaste, conocí al hombre más maravilloso del mundo? - le dije con un tono sonriente y devolviéndole todo lo que me lastimó, me dejó y me humilló... Estaba pagando por todo, aunque no en el sentido de engañarlo, sino que el destino irá tomando revancha.
- Ese jefesito afeminado que te debes...
- ¡No digas nada de lo que se te pasó por la mente! Siempre tan estúpido... Además, si yo quiero acostarme con él, lo hago - lo interrumpí enojada y le contesté con una sonrisa malévola con aire de victoria.
- Jonas va a quererse morir cuando estés conmigo y ya que no acepto el trato empresarial, iré por algún lado que le duela - al escuchar esas palabras, mi cuerpo se tensó en preocupación... ¿Qué me haría o qué le haría a Joe?
- ¿Crees que tus amenazas sirven? - le contesté tratando de que mi compostura vuelva ante el miedo.
- No son amenazas, son hechos. Estarás conmigo sea como sea, yo lo presiento... Siempre me amaste y siempre lo harás aunque me equivoque toda la vida...- me decía suavemente. Empecé a llorar desconsolada y le corté con furia. Un grito desgarrador sobresaltó de mi boca y me dejé caer de nuevo sobre la cama...
<< Yo te he amado, Francis, con todo mi corazón... Pero ahora Joseph es mi vida y es dueño de él...>>
Mis sollozos fueron interrumpidos por un ruido en la entrada de mi casa. Corrí a la ventana y vi como una camioneta idéntica a la de Joe estacionaba en la puerta de mi garage. Era él... ¿Qué hacía aquí? El verlo con una valija, caminando hacia mi puerta, volví con las corridas, pero esta vez hacia la puerta...
- ¡Joseph! - abrí la puerta y al verlo, sólo pude abrazarlo fuerte. Él me mantuvo fuertemente en sius brazos en la fría madrugada, sintiendo como el calor volvía a mi cuerpo. Sus manos se hundieron en mi pelo suelto y sus labios se aferraron a los míos.
- Hermosa... Cariño... Dayns...- suspiraba entre besos, pero me aparté al sentir que su rostro estaba húmedo. Lo miré a los ojos y estos estaban algo hinchados y sombríos.
- ¿Qué te pasó? - quedé pálida. Él bajó sus ojos al suelo y no me contestó aunque se veía la intención de decirme.
- No lo sé, no sé por qué estoy así de mal si yo no lo quería tener...- quedé confundida.
- No te entiendo...- negaba con mi cabeza mientras él parecía estar destrozado - Entremos, adentro está prendida la chimenea...
Lentamente entró de la mano conmigo....
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Este espacio es para toda persona interesada en expresar lo que siente hacia nuestra banda favorita y también para toda chico/a que quiera comentar o decir algo, hasta poder publicar alguna cosa que quiera. No es un sitio para insultar los ideales que conforman mi vida y este Blog, ni de los demás como no lo voy a hacer YO... Por favor, abstenerse a la agresión u comentarios ofensivos sobre lo escrito. Gracias por su atención y espero que LES GUSTE!♥
20 de mayo de 2011
Capítulo 35: ¿Amenazas?
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15 de mayo de 2011
Capítulo 34 (Parte II): ¿Qué podiá decirle?
- No quiero que te vayas...- me hundí en las sábanas con una expresión desganada. Él me miró con una sonrisa ladeada, observando cómo se colocaba la camisa con desgano, mirando hacia el suelo.
- Yo tampoco quiero irme, pero sabes lo que me espera si desaparezco - hizo la última torzada en su corbata y se aproximó a mi cama. Apoyó las rodillas hundiéndose en el colchón, casimente encima mío. Colocó sus brazos a cada lado de mi cintura y sus oliváceos ojos dibujaron un destello de tranquilidad en mí.
- Lo sé - mascullé frustada.
- Bueno, me tengo que ir, ya es muy tarde...- dijo y se trató de levantar. Lo tomé de la corbata fuertemente y lo había atraído a mi. Le sonreí con picardía.
Joseph se reía bajamente, mostrándome sus dientes perlados en una risa profunda.
- Siempre igual...- sus labios se posaron en mi mejilla.
- Por suerte, volvía a ser la misma - le suspiré cercana a su rostro y lo acorralé con un beso profundo, escuchándolo suspirar con el contacto, un suspiro provechoso y tierno. Abrió sus ojos ante la distancia del calor de mis labios, volvió negando con su cabeza a caer en mi boca.
- "No puedo saciar mis más remotos sentimientos con unos fogosos besos, pero deberé perseverar hasta volver de la frontera y regresar virtuoso de reclamar tu amor... " - profesó y me besó románticamente como si fuera un guerrero de antaño marchando hacia una batalla, dejándome más de cien suspiros en mi dormitorio al verlo salir por la puerta, que entre-abierta, me dejaba la fría imagen de Joseph yéndose de mi lado hasta desaparecer junto a los rechinidos de los escalones y el ruido de la puerta cerrando en el silencio de la noche que me esperaba sola...
Nunca me había dolido tanto el corazón como dejar sola a Dayna tras mis espaldas y menos por Susan. Ni bien empecé a conducir hacia el apartamento, esperando que ella esté sumamente dormida, decidí prender mi celular en el freno de un semáforo en rojo.
Quedé fijo a la insulsa foto que se encontraba de fondo de pantalla, ya que hace unos meses se encontraba Dayna sonriendo en mis brazos... Aunque debía controlarme, debía focalizar en que tendría que cambiar todo antes de volverme loco. En ese momento, empezaba a odiar la foto de ese perrito en mi celular.
Pero prontamente y después de tantos insultos hacia el pobre cachorro que comí su hueso en pantalla, empezaron a saltar los mensajes.
El semáforo empezaba a dar en verde, arrancando con tranquilidad y mirando entre segundos los diferentes mails y mensajes...
Instintivamente presioné el freno con toda mi fuerza a causa de lo que mis ojos leían. Quedé perturbado en un instante:
- Joseph, me he caído en el pasillo de entrada... Por favor, tienes que llegar a casa.
Mi casilla tenía más de siete mensajes de Sue, pero al leer el último, cerré los ojos y decidí no releerlo, era lo mejor.
Aceleré rápidamente.
Muchas cosas pasaban por mi mente, iba cada vez más rápido y ni bien llegué a la puerta del edificio, dejé el coche estacionado en la calle.
<< ¿Por qué tiene que pasar esto? Todo me pasa a mi...>>
Abrí al puerta un poco más calmado, por el bien de ella... La cerré despacio, casi sin escucharse y me dirigí al dormitorio.
Me asomé por la puerta casimente toda abierta y la encontré mirando televisón sobre la gran cama.
- Hola...- dije despacio.
Ella sonrió un poco y me señaló el colchón.
- Ven aquí, ya es tarde...- me hablaba como si nada.
Sólo quedé parado al lado del lugar vacío y la miré por un largo tiempo.
¿Qué le podía decir?
- Me he enterado...- dije con dificultad sobre el tema - ¿No piensas nombrarlo?
Ella, secamente me desafió con la mirada.
- ¿Qué te puedo decir?...- subió los hombros y sonrió de costado - Las cosas pasan y hay que saber seguir adelante ¿no?- se acomodó en la cama, sentada con las piernas cruzadas. La miraba confundido, mientras ella sonreía cínicamente con la mirada perdida en los pliegues de la cama.
- Pero acabas de perder al bebé...- dije en shock. No dijo nada y se tomó su tiempo para contestar.
- ¿Y quién lo quería? Más exactamente... Nadie quería saber sobre ella - se acomodó el cabello - Ni tú la aceptabas y yo estaba indiferente con este tema... Seamos sinceros, fue un estorbo todo estos meses...
Sus palabras eran dagas en mi cuerpo...
- Por eso - volvió a hablar entre mi shock - Ya no me interesa tenerte aquí como un cadáver en mi cama si ya no hay excusa para retenerte... Me has cansado y te juro, me dolía más estar contigo que ahora que me desligo de ti - no podía creer que en una mente tan limitada entre tanto morbo y ninguna pizca de compasión, ni a ella misma.
- Te has vuelto loca...- sólo pude modular.
- No lo creas, estoy muy lúcida, por suerte...- sopló con una sonrisa - Ya quedas libre de mi y ella quedó libre de ti...
- ¿Era niña? - mis ojos se cristabilizaban. Ella asintió su cabeza.
- Y lo mejor es que era tuya... Adeline, era tuya...- se le cayó una lágrima al pronunciar ese suave nombre. Sabía que estaba batallando contra todo, como siempre se hacía la fuerte desinteresada... Esto era más fuerte que cualquier capricho, era una vida.
Caí sentado en la cama, hundiendo mi cabeza entre mis manos, con los brazos apoyados en mis rodillas, metido en una encrucijada de sensaciones de penuria y devastadora tristeza.
<< Era mía...>>
- Ahora...- dijo Sue y tragó saliva - Puedes irte con Dayna...- cruzó sus brazos debajo de su busto y trató de aclararse la garganta con una pequeña tos - Ella merece una familia contigo, yo no... Yo necesito libertad...
- Yo sé lo que duele, Sue... Lo estoy viviendo y sintiendo igual que tú en este momento... Todavía no caigo...- traté de reincorporarme.
- No digas nada y sólo vete...- dijo perfilando hacia el clóset y guardando mi ropa en un bolso. Ella volvió a mi con el bolso y me sonrió:- Espero que la hagas felíz a Dayna...
<< Es lo que más quiero...>>

Capítulo triste y muy crucial :(
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- Yo tampoco quiero irme, pero sabes lo que me espera si desaparezco - hizo la última torzada en su corbata y se aproximó a mi cama. Apoyó las rodillas hundiéndose en el colchón, casimente encima mío. Colocó sus brazos a cada lado de mi cintura y sus oliváceos ojos dibujaron un destello de tranquilidad en mí.
- Lo sé - mascullé frustada.
- Bueno, me tengo que ir, ya es muy tarde...- dijo y se trató de levantar. Lo tomé de la corbata fuertemente y lo había atraído a mi. Le sonreí con picardía.
Joseph se reía bajamente, mostrándome sus dientes perlados en una risa profunda.
- Siempre igual...- sus labios se posaron en mi mejilla.
- Por suerte, volvía a ser la misma - le suspiré cercana a su rostro y lo acorralé con un beso profundo, escuchándolo suspirar con el contacto, un suspiro provechoso y tierno. Abrió sus ojos ante la distancia del calor de mis labios, volvió negando con su cabeza a caer en mi boca.
- "No puedo saciar mis más remotos sentimientos con unos fogosos besos, pero deberé perseverar hasta volver de la frontera y regresar virtuoso de reclamar tu amor... " - profesó y me besó románticamente como si fuera un guerrero de antaño marchando hacia una batalla, dejándome más de cien suspiros en mi dormitorio al verlo salir por la puerta, que entre-abierta, me dejaba la fría imagen de Joseph yéndose de mi lado hasta desaparecer junto a los rechinidos de los escalones y el ruido de la puerta cerrando en el silencio de la noche que me esperaba sola...
Nunca me había dolido tanto el corazón como dejar sola a Dayna tras mis espaldas y menos por Susan. Ni bien empecé a conducir hacia el apartamento, esperando que ella esté sumamente dormida, decidí prender mi celular en el freno de un semáforo en rojo.
Quedé fijo a la insulsa foto que se encontraba de fondo de pantalla, ya que hace unos meses se encontraba Dayna sonriendo en mis brazos... Aunque debía controlarme, debía focalizar en que tendría que cambiar todo antes de volverme loco. En ese momento, empezaba a odiar la foto de ese perrito en mi celular.
Pero prontamente y después de tantos insultos hacia el pobre cachorro que comí su hueso en pantalla, empezaron a saltar los mensajes.
El semáforo empezaba a dar en verde, arrancando con tranquilidad y mirando entre segundos los diferentes mails y mensajes...
Instintivamente presioné el freno con toda mi fuerza a causa de lo que mis ojos leían. Quedé perturbado en un instante:
- Joseph, me he caído en el pasillo de entrada... Por favor, tienes que llegar a casa.
Mi casilla tenía más de siete mensajes de Sue, pero al leer el último, cerré los ojos y decidí no releerlo, era lo mejor.
Aceleré rápidamente.
Muchas cosas pasaban por mi mente, iba cada vez más rápido y ni bien llegué a la puerta del edificio, dejé el coche estacionado en la calle.
<< ¿Por qué tiene que pasar esto? Todo me pasa a mi...>>
Abrí al puerta un poco más calmado, por el bien de ella... La cerré despacio, casi sin escucharse y me dirigí al dormitorio.
Me asomé por la puerta casimente toda abierta y la encontré mirando televisón sobre la gran cama.
- Hola...- dije despacio.
Ella sonrió un poco y me señaló el colchón.
- Ven aquí, ya es tarde...- me hablaba como si nada.
Sólo quedé parado al lado del lugar vacío y la miré por un largo tiempo.
¿Qué le podía decir?
- Me he enterado...- dije con dificultad sobre el tema - ¿No piensas nombrarlo?
Ella, secamente me desafió con la mirada.
- ¿Qué te puedo decir?...- subió los hombros y sonrió de costado - Las cosas pasan y hay que saber seguir adelante ¿no?- se acomodó en la cama, sentada con las piernas cruzadas. La miraba confundido, mientras ella sonreía cínicamente con la mirada perdida en los pliegues de la cama.
- Pero acabas de perder al bebé...- dije en shock. No dijo nada y se tomó su tiempo para contestar.
- ¿Y quién lo quería? Más exactamente... Nadie quería saber sobre ella - se acomodó el cabello - Ni tú la aceptabas y yo estaba indiferente con este tema... Seamos sinceros, fue un estorbo todo estos meses...
Sus palabras eran dagas en mi cuerpo...
- Por eso - volvió a hablar entre mi shock - Ya no me interesa tenerte aquí como un cadáver en mi cama si ya no hay excusa para retenerte... Me has cansado y te juro, me dolía más estar contigo que ahora que me desligo de ti - no podía creer que en una mente tan limitada entre tanto morbo y ninguna pizca de compasión, ni a ella misma.
- Te has vuelto loca...- sólo pude modular.
- No lo creas, estoy muy lúcida, por suerte...- sopló con una sonrisa - Ya quedas libre de mi y ella quedó libre de ti...
- ¿Era niña? - mis ojos se cristabilizaban. Ella asintió su cabeza.
- Y lo mejor es que era tuya... Adeline, era tuya...- se le cayó una lágrima al pronunciar ese suave nombre. Sabía que estaba batallando contra todo, como siempre se hacía la fuerte desinteresada... Esto era más fuerte que cualquier capricho, era una vida.
Caí sentado en la cama, hundiendo mi cabeza entre mis manos, con los brazos apoyados en mis rodillas, metido en una encrucijada de sensaciones de penuria y devastadora tristeza.
<< Era mía...>>
- Ahora...- dijo Sue y tragó saliva - Puedes irte con Dayna...- cruzó sus brazos debajo de su busto y trató de aclararse la garganta con una pequeña tos - Ella merece una familia contigo, yo no... Yo necesito libertad...
- Yo sé lo que duele, Sue... Lo estoy viviendo y sintiendo igual que tú en este momento... Todavía no caigo...- traté de reincorporarme.
- No digas nada y sólo vete...- dijo perfilando hacia el clóset y guardando mi ropa en un bolso. Ella volvió a mi con el bolso y me sonrió:- Espero que la hagas felíz a Dayna...
<< Es lo que más quiero...>>

Capítulo triste y muy crucial :(
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13 de mayo de 2011
Capítulo 34 (Parte I): Conflictos por amarte...
Pasados unos cuatro minutos en el living, ya no nos habíamos podido contener... Había extrañado mucho a ese hombre, ese que me hacía extasiar en deseo y amor. Así lo hizo, haciéndome el amor como nunca pensé que podría. Debe haber sido la necesidad de tenerlo conmigo que me llevó a tantos orgasmos y tanta pasión. Ni me conocía en ese momento junto a él...
Recostados y abrazados, quedamos hablando...
- Eres preciosa - besó mi nariz y me sonrió levemente, hablando con un tono bajo. Lo miré a los ojos y él volvía a ser la persona de la que yo estaba enamorada, la persona que se colgaba del balcón para verme, que me sonreía todas las noches y me amaba con tanto sentimiento. Él no me soltaba, me tenía pegada a su cuerpo, entre las frazadas, arropada de una forma que extrañaba.
Le sonreí ilusionada y hundida en mi mejor sueño...
- Te he extrañado tanto - dije mientras mis ojos trataban de no colapsar en llanto, era increíble estar con Joseph una vez más. Lo abracé con todas mis fuerzas, cerrando los ojos y tratando de conciliar la cordura aunque su perfume no me dejaba.
- Yo también, estos meses fueron una pesadilla...- suspiró seriamente, hundiendo sus dedos en mi cabello y acariciando mi cabeza. bajando por mi cuello hasta ahuecar su mano en mis caderas.
- Ni lo menciones, fue horrendo - cerré los ojos, tratando de canalizar lo que estaba viviendo y no lo que se avecinaba.
- Espero que entiendas que debo arreglar muchas cosas antes de volver contigo...- dijo triste, aunque era lo que menos quería acordarse. Lo miré y traté de respirar sin dificultad... Me acerqué a su rostro y lo besé profundamente.
- Tómate el tiempo que quieras, pero no me dejes sola, Joe - volví a llenar mis labios con los suyos.
- Nunca más, Dayns... Te amo mucho - sus ojos se encargaron de quedarse inmóviles, observándome con atención, un brillo espeso y destellante.
No le contesté, sólo lo abracé y besé su pecho.
- Yo también - susurré bajamente y me quedé sobre su cuerpo, anhelando tenerlo allí en mi cama para el resto de mi vida.
-¿¡Dónde está cuando lo necesito!? - gritaba ferozmente acostada en su cama, sabiendo muy bien donde se podía estar su novio, el padre de su hija... Si, esa mañana gracias a una ecografía que Joseph había decidido ausentarse, había encontrado en su vientre una sana niña de cuatro meses... Había pensado varios nombres durante el día y estaba muy emocionada de comentárselo a él, pero nunca se hubiese imaginado que en ese día también podría ser el fin de su embarazo...
Ella no dejaba de llorar. Joe no volvía y ya eran las siete de la tarde.
Aunque el doctor ´la había medicado y pedido que repose, ella no se quedaría tranquila, presintiendo que Joseph la estaba engañando...
- ¡Dayna...!¡Te odio, maldita perra! - tomó su lámpara de mesa y la arrojó contra la pared, jurando vengarse por su orgullo y el respeto de su hija...
Continuará...
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Recostados y abrazados, quedamos hablando...
- Eres preciosa - besó mi nariz y me sonrió levemente, hablando con un tono bajo. Lo miré a los ojos y él volvía a ser la persona de la que yo estaba enamorada, la persona que se colgaba del balcón para verme, que me sonreía todas las noches y me amaba con tanto sentimiento. Él no me soltaba, me tenía pegada a su cuerpo, entre las frazadas, arropada de una forma que extrañaba.
Le sonreí ilusionada y hundida en mi mejor sueño...
- Te he extrañado tanto - dije mientras mis ojos trataban de no colapsar en llanto, era increíble estar con Joseph una vez más. Lo abracé con todas mis fuerzas, cerrando los ojos y tratando de conciliar la cordura aunque su perfume no me dejaba.
- Yo también, estos meses fueron una pesadilla...- suspiró seriamente, hundiendo sus dedos en mi cabello y acariciando mi cabeza. bajando por mi cuello hasta ahuecar su mano en mis caderas.
- Ni lo menciones, fue horrendo - cerré los ojos, tratando de canalizar lo que estaba viviendo y no lo que se avecinaba.
- Espero que entiendas que debo arreglar muchas cosas antes de volver contigo...- dijo triste, aunque era lo que menos quería acordarse. Lo miré y traté de respirar sin dificultad... Me acerqué a su rostro y lo besé profundamente.
- Tómate el tiempo que quieras, pero no me dejes sola, Joe - volví a llenar mis labios con los suyos.
- Nunca más, Dayns... Te amo mucho - sus ojos se encargaron de quedarse inmóviles, observándome con atención, un brillo espeso y destellante.
No le contesté, sólo lo abracé y besé su pecho.
- Yo también - susurré bajamente y me quedé sobre su cuerpo, anhelando tenerlo allí en mi cama para el resto de mi vida.
-¿¡Dónde está cuando lo necesito!? - gritaba ferozmente acostada en su cama, sabiendo muy bien donde se podía estar su novio, el padre de su hija... Si, esa mañana gracias a una ecografía que Joseph había decidido ausentarse, había encontrado en su vientre una sana niña de cuatro meses... Había pensado varios nombres durante el día y estaba muy emocionada de comentárselo a él, pero nunca se hubiese imaginado que en ese día también podría ser el fin de su embarazo...
Ella no dejaba de llorar. Joe no volvía y ya eran las siete de la tarde.
Aunque el doctor ´la había medicado y pedido que repose, ella no se quedaría tranquila, presintiendo que Joseph la estaba engañando...
- ¡Dayna...!¡Te odio, maldita perra! - tomó su lámpara de mesa y la arrojó contra la pared, jurando vengarse por su orgullo y el respeto de su hija...
Continuará...
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