Capítulo 3: Metida de pata...

Había pasado la primer noche en la casa y había sido tranquila, me levanté adormilada y miré mi celular. Tenía dos mensajes. Todavía, no quise leerlos, tenía mucho hambre, bajando rápidamente a comer algo...
Después de comer, estaba sentada en la mesa de la cocina, mirando la ventana... En eso, percibí una puerta oscura que parecía ser un clóset al lado de la escalera de la cocina... Entré para ver qué había... Estaba todo lleno de carpetas, ropa vieja, muebles y polvo... No sé, pero ese lougar me daba miedo, saliendo despavorida hacia la cocina...
Tu:- Tranquila... No hay nada allí...- respiré hondo y me traté de calmar, tratando de pensar en otra cosa. De golpe, me había dado cuenta que necesitaba reponer la comida del refrigerador, teniendo que ir a comprar... Traté de vestirme con algo más normal que mi pijama y salir con el auto a comprar...

Ella no me había contestado los mensajes, pero tampoco entendía lo que me pasaba con ella... Todo era tan pronto, sentía que sólo era atracción como me pasaba con millones de mujeres.
Pero no podría lastimar a Dayna, después de todo, ella era un caso diferente, especial. Faltaba que Gabriel después me maldijera desde arriba... Era todo un rompecorazones, un mujeriego apasionado, algo malo, pero así me gustaba hacer las cosas... No me gustaba lo formal y no quería nada más que una buena aventura con Dayna.

Estaba volviendo del mercado con pocas bolsas, dejando el auto en el garage y caminando por el pequeño parque de la entrada de la casa, pero lo que menos me imaginaba era toparme con un pozo lleno de agua al que metí una de mis piernas, cayéndome fuertemente al césped. A lo único que atiné fue a insultar, pero luego de ver una mano extendida frente a mi cara, el enfado se transformó en silencio, miradas con tal persona que me estaba ayudando a levantarme...
XXX:- ¿Estás bien?- me sostuvo, pero me dolía demasiado la pierna, sin poder apoyarla ni pararme.
Tu:- Me duele, no puedo pararme- lo miré mientras acariciaba mi pierna adolorida. Él me miraba desde arriba. pensante.
XXX:- Permiso...- me tomó con gentileza en sus brazos- Cuidado, no muevas la pierna... te llevo a mi casa, necesitas ayuda- negué con mi cabeza.
Tu:- Deja, yo vivo justamente aquí- traté de bajarme de sus brazos llena de nervios... No lo conocía y me invitaba a su casa. Era en vano, todavía me dolía, teniendo que quedar en alzas de ese chico. Él se reía de mis movimientos nerviosos.
XXX:- Tranquila, no voy a hacerte nada... Soy tu vecino- su sonrisa era sutil y muy perfecta, viendo ensus ojos oscuros mucha sinceridad y madurez, pareciendo mi príncipe azul que me rescataba... Era lindo.
Tu:- Soy Dayna, pero dime Daynie...- él caminaba hacia la entrada de mi casa, pidiéndome las llaves para entrar.
XXX:- Soy Nicholas, dime Nick o como quieras...- era muy amable, tan fuerte, algo tímido pero era totalmente agradable.

Entramos, colocándome en el sillon con cuidado.

Nick:- ¿Tienes hielo en el refrigerador?- estaba atento, asintiendo, viendo como él me atendía.

Él me atraía ante todo, con su forma de hablarme, de sonreírme, de ayudarme...
Un hombre considerado era la perdición para mí...

Vino con un pañuelo lleno de hielo, colocándolo dónde me dolía. El frío me hizo gritar, haciéndolo sonreír.

Nick:- Muy frío ¿No?...- estaba sosteniendo el hielo en mi pierna, mientras lo miraba embobada- ¿Pasa algo?¿Te incomodo?- parecía avergonzado, pero la verdad, él me había dejado perpleja de la dulzura, sacando su mano.

Tu:- Me gusta que seas tan atento- él sonrió tímido... Subió la mirada, tornándose brillosa, tenue, atrapante...

De a poco, me acerqué hacia él, estando hipnotizada, olvidándome de todo dolor, estando en pocos segundos tomada de su cuello, mirándolo desde cerca, sintiendo su respiración y sus manos en mi cintura, de una manera tierna, acariciándome suavemente.

Nick:- Eres hermosa desde aquí...- me miraba con una sonrisa pudorosa, con sus labios temblorosos ante mi cercanía, viendo que me miraba a los ojos y también a mi escote con algo de disimulo, cosa que no le había salido mientras se ponía nervioso. Lo dejé.

Cuando menos lo esperé, sentí sus labios en los míos, eran húmedos, suaves y tranquilos. Me besaba pacientemente, con dulzura y dedicación, quedando totalmente entregada a su boca...
Pero...¿Qué hacía besándome con mi vecino y además también, aceptando citas de otros?
Me estaba volviendo loca...

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ATENCIÓN: Es una novela Joenática y Nickática... Todo puede pasar...