Ni el café más fuerte iba a despavilarme en ese momento. La mañana me había atacado como si fuese una de las resacas más fuertes de mi vida, sabiendo que del otro lado de la cocina, Dayna se moría de risa entre sorbos de su té...
- Sé que estás pensando...- avisé apesadumbrado.
- Te lo dije... Ahora tienes sueño - se acercó a mi lado, tirando su taza al lavabo. Estaba apoyado en la mesada justamente enfrente de la mesa de la cocina, perfilando mi vista a la corta falda que amoldaba su trasero con elegancia y seducción.
Quería comérmela allí mismo, montarla arriba de la mesa y... << Deja de pensar en tus necesidades carnales...>>
Sacudí la cabeza y traté de calmar mis emociones exaltadas matutinas. Dayna me sonrió al pasar a mi lado pero nunca pensé que sería tan torpe como para acercarme hacia ella en busca de un beso y olvidarme de la taza llena de café que sostenía... Ella gritó ante el fulgor de la bebida caliente...
- ¡Ay... Joseph! - dijo molesta al ver que su blusa blanca estaba oscurecida como si le hubiese echado tinte siena. Por suerte no la había quemadoy decidí ayudarla.
- ¿Estás bien?- pregunté abrazando su cintura.
- Si, pero mi blusa se ha arruinado...- parecía ser su preferida y yo la había arruinado por completo, sintiendo como los ojos de mi mujer se aclaraban en tristeza.
- Preciosa, ya la lavaremos...- lentamente, empecé a desnudar su torso. Encontré su desnudez irresistible y la atraje hacia mi.
- ¿Qué haces?- dijo confundida y con una simple sonrisa - Tengo que cambiarme o llegaremos tarde. No puedo ir en sostén a la oficina.
- ¿Quién dijo que todavía nos vamos?- sostuve pícaro.
Era mi blusa preferida.
Sabía que él no lo había hecho a propósito pero era muy especial para mí. La última vez que la había usado era el día del accidente y desde ese entonces quería tenerla para siempre conmigo... El recordar que con esa blusa mi hermano me regaló el último abrazo impregnado de su fuerte perfume y su tierno calor protector me estremecía...
El último suspiro cariñoso de Gabriel estaba situado en esa prenda.
Sin pensarlo, me la quité para lavarla rápidamente pero unas cálidas manos me tomaron por sorpresa y me acunaron en su cuerpo.
Era Joseph.
- Debemos irnos en media hora, amor...- repliqué algo consternada. Sentí que él me subió la mirada desde la barbilla y me dedicó sus profundos ojos.
- Amor... ¿Me perdonas? No fue mi intención mancharte...- su voz se sentía culpable.
Lo miré en silencio por unos segundos y traté de sonreírle. Joseph me abrazó fuertemente.
- Te acompaño al cuarto, preciosa...- me tomó de la mano y subimos juntos.
Él se situó sobre la cama deshecha, mirándome a todo momento, en cada movimiento que daba.
Encontré una simple blusa azul en mi clóset pero no era lo mismo... Ni bien me la coloqué, se la mostré a Joe.
- ¿Qué te parece?
- Emm...- dijo bromista - Te prefiero sin blusa...- contestó enarcando las cejas. Me hizo sonrojar y se acercó - Sabes que todo te queda maravilloso... Ya encontraremos una blusa parecida a la que manché...- me sonrió pero él no entendía el significado que tenía ese pedazo de tela, los malos y buenos recuerdos que llevaba.
- Nunca habrá una igual...- preferí contárselo - Con esa blusa viajé el día del accidente de Gaby y ella me acompañó en el último abrazo que él me dió en Arizona cuando me buscó...- mis ojos se llenaban de lágrimas y él parecía entristecer de culpa.
- Soy un estúpido...- se dejó caer sentado en la cama, hundiendo su rostro entre sus manos. Me coloqué a su lado y posé mis manos sobre su regazo - ¿Cómo pude ser tan torpe? Arruiné tu último recuerdo de Gabriel...
- Déjalo así, amor. Es sólo que todavía lo extraño y no puedo aceptar que no lo tengo - no dudé en abrazarlo fuertemente, sintiendo como le correspondía y me resguardaba en sus brazos. Tuve que descargarme en llanto en su pecho, necesitaba llorar a mi hermano, a su ausencia...
- Lo tienes siempre a tu lado, eso nunca lo olvides...- me dirigió las palabras más hermosas, acompañado de un simple beso en mis labios, uno dulce y sanador - Pero espero que ahora no esté porque sino estaría corriéndome con el bate de beísbol de tu lado...- eso me había hecho reír.
- Es verdad... Siempre fue celoso conmigo - sonreí ante los recuerdos - Me acuerdo que cuando conocí a Francis, él lo interrogó como si fuese un criminal y casi me lo espanta... Franz fue astuto y pudo evadirlo...
- Pero tu hermano tenía razón, era un canalla...- ni bien me di cuenta de que estaba hablando de Francis, mi corazón dejó de latir de repente, hundiéndome el pánico de que se enterara sobre el error que había cometido, la infidelidad que le había regalado a cambio del despecho más estúpido... ¿Cómo pude hacer eso? Pensarlo me traía mucha culpa.
Continuará...
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Esa noche había sido muy incómoda. Dayna se comportaba fría y muy aislada de mí, sintiendo como la habitación parecía haberse congelado.
Había llegado temprano a la casa y ella sólo me había corrido el rostro al quererla saludar. Decidí callarme pero sin lugar a dudas, estaba sufriendo su indiferencia, eso que escondía me tenía muy perseguido. Volteé hacia su espalda y ella respiraba tranquilamente, pero si las dudas las tenía rondando en ese momento, debían ser saciadas en ese momento...
- Dayns...- dije bajamente cerca de su cuerpo, acariciándole la cintura. Ella se movió un poco pero parecía molesta.
- ¿Qué quieres?- mencionó adormilada luego de un suspiro. Se dio media vuelta y me miró con los ojos entrecerrados, refugiando su mirada entre los cojines. Se notaba a leguas su descontento.
- Quiero hablar contigo...- trataba de ser lo más razonable y dulce posible, aunque siempre me comportaba así con ella.
- No creo que sea hora de hablar...- tomó su celular y miró la pantalla - Son las dos de la madrugada... Te quedan cuatro horas de sueño - dejó el celular y se estiró.
- Eso no importa. Hay mucho café en la empresa - le dediqué una sonrisa y me acerqué despacio - Quiero que hablemos, quiero preguntarte algunas cosas, amor.
Ella me miró apesadumbrada y eso no era bueno... Algo le molestaba.
- ¿Cómo qué?- dijo como si se sintiera interrogada.
- ¿Hay algo que te moleste o que te haya dicho para que estés con esa postura indiferente?- ella quedó en silencio y examinó lo que le dije.
Parecía no querer contestarla, descubriendo temor en sus expresiones - Por favor, dímelo... ¿Te molesta que ya casi no nos veamos, no?
Dayna lo afirmó con la cabeza y empezó a respirar con dificultad. Sus pupilas se encogieron y una lágrima recorrió su rostro hasta plantarse en la almohada.
- Ya ni cenamos juntos, no llegas a tiempo nunca, no hablamos ni hacemos cosas juntos, no salimos, no me miras como lo hacías antes...- reclamó sosegada durante su llanto. Me partía el alma saber que me había distanciado de ella y menos supe sobre el pasar de los días y noches que casi ni hablábamos o hacíamos algo más que dormir en la misma cama.
- Perdóname... Sabes que no hago otra cosa que trabajar y siempre pienso en ti, pero no me he dado cuenta que te dejé de dedicar tiempo...- me sentía pésimamente culpable y verla llorar por mí era fatal.
- Siempre tengo que perdonarte y no entiendes que me dejas sola todo el tiempo, sin casi una muestra de amor o sólo un poco de compañía... Me acuesto casi todas las noches sin ti y los fines de semana trabajas también...
- Pero...- ella interrumpió.
- No existe ningún "pero"que me haga sentir mejor... Sólo quiero que me ames como lo hiciste siempre y que dejes de trabajar tanto... Vas a enfermarte - exigió enojada, adolorida.
Tenía toda la razón...
- Dime qué quieres que haga y lo haré... ¿Cuál es tu punto?- me acerqué a su boca y la besé despacio, le dediqué un beso profundo y significativo. Ella parecía reaccionar, abrazándome como si fuese el último de nuestras vidas.
- Sólo quiero que me dejes volver a la empresa... Contigo...- me miró a corta distancia de mis labios y parecía rogarlo.
- ¿Por qué quieres volver a esa pocilga?- estaba confundido.
- Porque me siento inservible aquí en la casa, quiero hacer algo de mi vida... Además...- se acercó sensualmente y me besó la mejilla - Nos vamos a ver más seguido...
Esa idea me encantaba, casi llevándome a la locura con las cosas que se me ocurrían dentro de mi cubículo <<"Pervertido" te llaman>>
- No eres inservible, al contrario, eres imprescindible...- le sonreía ladeado y le dedicaba unos cuantos besos entre sábanas. Ella reía.
- Bueno... ¿Me vas a a contratar?¿Si o no?- me estaba tratando de convencer y aunque sabía que era lo que más quería, tenía mis dudas...
- En realidad, no me gusta nada que trabajes y menos para mí...- dije con un tono burlón - Pero tengo que aceptar tus condiciones por el bien de mi vida...- ella se rió fuertemente y me abrazó.
- Gracias, Joe...- estaba recostada sobre mi cuerpo, abrazada a mi como yo a ella pero todavía estaba esa filosa distancia que nos parecía separar.
- ¿Sabés que te amo?- susurré en su oído. Dayna quedó en silencio y sonrió levemente.
- Lo tengo muy en claro...- me besó cortamente en los labios - Yo también te amo...
- Ayer me dijiste que no...- cuestioné interesado en el por qué.
- Eso ya no tiene sentido, amor... Fue...- quedó pensante - una estupidez...
<<... Fue una estupidez. Claro, acostarte con tu ex- novio es una estupidez...>>
Dolía saber que le escondía algo como eso y también sabía las consecuencias que podría tener. Ahora me daba cuenta de lo que había ocasionado con lo de ayer y con Francis aunque él no esté enterado... ¿Qué decía hacer?¿Si Francis aparecía de nuevo?¿Sería débil una segunda vez? En verdad, era impredecible y decir que ya no amaba a Joseph era una gran mentira y todo por culpa...
Me sentía sucia y me apesadumbraba tener que cargar con una infidelidad hacia la persona que me hace felíz, me protege, me ama, me respeta y me hace sentir viva... Teníamos nuestros desencuentros y hasta nuestros distanciamientos pero todo lo que habíamos pasado con Susan fue una prueba de que lo que hemos formado en nuestros corazones era irrompible y legítimo.
¿Qué debe haber pasado con Sue, no?
Siempre me lo he preguntado como también el hecho de que haya desaparecido con tanta rapidez y después de tan gran pérdida... A mí, me hubiese devastado saber que una parte de mí la he perdido como lo es un hijo...
<< Un pequeño Jonas...>> No sé si era una buena idea o sólo un momento de ternura pre-materna femenina, la famosa debilidad de las mujeres hacia los bebés y todo lo que tenga que ver ( más allá de todo los dolores y cosas que implica estar embarazada) con tener en el vientre un pedacito de la persona con la que compartes hasta el aire que respiras, los latidos y la vida misma en un día a día... Sonaba a vida de casados y eso no me interesaba justamente con Joe por ahora... Pese a que si él me lo propusiera o lo quiera hablar conmigo me emocionaría hasta las lágrimas o no sé lo que le haría... << Encerrarlo en mi cuarto y matarlo a besos es poco si se me declara así...>>
Lo miré un poco más calmado después del largo interrogatorio, quedándome en resguardo de sus fuertes brazos, acogida en su calor y cayendo dormida en un simple suspiro inminentemente del fondo de mi corazón...
- Te amo, Joe...- cerré los ojos, guardando su dulce perfume amaderado y con sus palabras rasposas, roncas de profundo amor:
- Yo también Dayns... Que descanses...- su respiración y sus latidos se calmaron bajo mi cabeza, sintiéndolo sumido en su dormir...
Mis ojos brillaron al saber que era la persona más afortunada por tenerlo en ese momento en mi poder, si se puede decir así... Sin importar algo más alrededor y sin otra prioridad como lo éramos allí el uno con el otro...
Eres perfecto, Mi Joseph Adam Jonas♥...
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Un mes y medio después...
- Buenos días...- escuché la dulce voz adormilada de Joseph. Mis ojos se abrieron lentamente y una mano se posó en mi cintura... Volví a cerrarlos y un beso recorrió mi cuello hasta mi mejilla... - ¿No piensas levantarte? - su voz me produjo una gran sonrisa.
- Ni loca me levanto...- me acomodé en la cama, todavía de espaldas a él.
- ¿Tampoco te darás vuelta? - su tono era juguetón, pero en vez de seguir hablando, me abrazó y hundió su cabeza en mi cuello.
Suspiré lentamente, pacificada al tenerlo tan próximo y mío.
- Esto sí es lindo...- pronuncié bajo y sentí que me abrazaba más fuerte. Su respiración era tranquila y rozaba mi piel... - ¿Estás dormido? - una pequeña risa se me escapó. Volteé un poco mi cabeza pero no pude ver si estaba sólo jugando...
No decía nada - Joe...- pude acostarme boca arriba pero él parecía una garrapata muy cómoda. Me tenía acorralada en sus brazos y encima de mi pecho, con sus ojos cerrados, sus pies enredados en los míos. Acaricié su cabello y lo miré muerta de amor. Mordí mis labios para controlar mis ganas de besarlo.
- Amo escuchar tu corazón...- vi como se le dibujaba una sonrisa bajo las sábanas y todavía con los ojos escondidos bajo sus párpados. Respiró muy profundo.
Me estremecí de emoción con sus palabras y decidí disfrutar ese momentito en la cama.
Subió la cabeza lo suficiente para mirarme y me sonrió. Besó mi cuello y volvió a mirarme...- ¿Me amas después de todo?
Lo escuché y sentí duda en sus palabras, un miedo que se encargaba de oscurecer sus ojos... Estaba dolido, lo sabía, pero por las circunstancias que tuvo que afrontar como por las que me tocaron a mi. Entendía su pregunta.
- No...- le dije directa.
Él quedó callado y me miró confundido, pero decidí no contestar nada más que eso.
Se recostó en mi lentamente y no dijo nada más.
¿Por qué había dicho eso? Yo sólo lo sé, pero todavía no estaba lista para hablarlo...
El día había sido largo. Decidí irme a la oficina aunque mis ánimos no eran buenos. Dayna se encontraba muy seria y esa mañana me había sorprendido con un "no" como respuesta al preguntarle si me sigue amando.
- ¡Maldita sea! - golpeé el mueble del escritorio - ¿Qué le pasará?- hablaba solo por mi oficina, extasiado en dudas, en tantas cosas.
Había superado lo que había ocurrido con Susan, pero a ella no la había vuelto a ver, pero me había enterado que se encontraba de viaje con su nuevo novio... Estaba felíz por ella...
- No encuentro razones para que Dayna ya no me quiera como lo hicimos siempre... Ayer fue una fantástica noche y esta mañana fue muy dulce... ¿Qué se le habrá pasado por la cabeza para decirme que no me ama?- apoyé mi frente contra la puerta y quedé en silencio. Había tantas ideas que me atormentaban.
Sonaba un tanto egoísta pero la idea de que ella se distanciara de mí era insoportablemente decepcionante.
¿Habría otro hombre en su vida?
No sé cómo explicar lo que le había respondido a Joseph, pero por algo se había escapado de mis labios un tanto revelador.
Tenía que confesarle algo que le dolería mucho, pero nunca imaginé que esto pasaría...
Me di cuenta que estoy enamorada de alguien más, mientras que Joseph sólo está conmigo tres o cuatro veces a la semana por su trabajo. Yo había decidido renunciar y quedarme en casa... Eso fue lo que afectó todo.
Después de un mes de no compartir la cama estando despierta con Joseph todo se había ido al diablo, aunque la noche anterior me había demostrado que él me seguía amando...
Yo no sentí lo mismo que antes... Algo se había perdido y a lo primero que podía culpar era: Francis.
No puedo mentir. He estado con él hace unas semanas y no puedo quitármelo de la cabeza. Sabía que estaba mal haberme acostado con él, pero sé que todo estaba planeado por Franz, sabiendo que mis piernas temblarían... Parecía sincero en sus palabras, sus besos, su entrega hacia mi... Pero la conclusión de todo es una gran confusión en mi como también una culpa muy grande... Era mentira que no amaba a Joseph, pero al perfilar lo que pasaría si mi engaño saldría a la luz como alguna vez le pasó a él, ya no quería estar a su lado....
Era un riesgo que estaba decidida a correr aunque doliera... Por los errores se paga y Joe no lo merecía esto... Ya sé, es muy tarde para arrepentirse...
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