Este espacio es para toda persona interesada en expresar lo que siente hacia nuestra banda favorita y también para toda chico/a que quiera comentar o decir algo, hasta poder publicar alguna cosa que quiera. No es un sitio para insultar los ideales que conforman mi vida y este Blog, ni de los demás como no lo voy a hacer YO... Por favor, abstenerse a la agresión u comentarios ofensivos sobre lo escrito. Gracias por su atención y espero que LES GUSTE!♥
10 de noviembre de 2011
Capítulo 40: Ya es hora de volver a casa...
Todo parecía estar bajo control y bien organizado para la conferencia de la mañana siguiente.
Entre papeles, carpetas desordenadas, balances y discursos que ronsaban en mi cabeza, un golpe débil en mi puerta me desenfocó del trabajo. Mis ojos vagaron sobre la puerta y mi primera impresión había sido que Dayna fuera la que esté detrás de allí y que tenía ansias de verme después de que yo, como un vampiro estresado, había pasado todo el día dentro de esa oficina.
La puerta se abrió a mi voz de "Pase" y Francis se habái asomado tranquilamente.
Aunque eso creía de su expresión serena, no era cierto ninguno de sus rasgos al cerrar y escuchar crujir la puerta detrás de su espalda. Su rostro se transformó ante la presencia única de nosotros dos.
- ¿Trabajando hasta tarde?- criticó con un tono burlón mientras sus ojos pendulaban sobre las hojas y archivos. La sonrisa que mantenía incómodamente fija hacia a todo lo que vislumbraba, tanto conmigo, era macabramente molesto.
Era muy rara el interés sobre mi trabajo en aquel hombre.
- No es tarde - le refuté y miré mi reloj- no sabes leer la hor...- lo miré apesadumbrado.
- Exacto- sonrió triunfante - ya es hora de volver a casa... O mejor, es hora de salir de mi camino...
Confundido, me levanté de mi asiento.
- ¿De qué camino, hermano?
- El mío y de Dayna, "hermano"- apoyó fuertemente sus manos en el escritorio y mis ojos se abrieron como platos.
- ¿Qué? Te estás envalando en algo en lo que no entiendes que no perteneces como lo es el camino de mi novia. Vete de mi vista...- me senté de nuevo en el escritorio, creyendo que él se iría pero sólo vi cómo me acechó rápidamente y con sus manos, me paralizó de tal manera el cuerpo con una llave que no podía respirar - ¿Q-qué te p-pasa?- dije ahogado. Veía como su mandíbula estaba tensa mientras trataba de pelear contra su fuerza.
- A mí, nada... Pero si no quieres salir por tu cuenta, tendré que improvisar...- soltó una de sus manos de mi cuello y introdujo su mano en la solapa izquierda de su traje. Mi cuerpo se tensó al sentir un frío metal en mi mano - Ella se sentirá destrozada cuando sepa que ya no respiras... - bromeó roncamente en mi oído y el filo de su navaja recorrió mi muñeca. Cerré los ojos ante el dolor que sentía punzar contra mi piel.
- ¡Hijo de puta!- le grité cuando la humedad de mi sangra empezaba a correr por mi brazo. Como pude, empujé a Francis lejos mío pero la herida ya estaba abierta. La miré con los ojos entrecerrados, sintiendo que mi corazón bombeaba lentamente y mi cuerpo se tambaleaba. La sangre no dejaba de expulsarse de mi cuerpo y sólo puede caer sobre la alfombra. Traté de parar la hemorragia con el puño de mi camisa pero todo se desvanecía ante la mirada de Francis...
No quería morir sin haber siquiera tocado los labios de Dayna pero con sólo su imagen en mis últimos minutos de vida, la sonrisa se colmaba mientras mis pulmones dejaban de funcionar lentamente...
Un ruido como el que sentí cuando Francis cerró la puerta y todo ese calvario sucedió, me mostró que me había dejado solo en la oficina con sólo mi cuerpo que se deterioraba sobre mi sangre...
- Dayns...- suspiré con mis últimas fuerzas y pateé mi escritorio en busca de socorro.
Ya no tenía salida y me dejé desangrar allí mismo, vislumbrando una tenue luz a lo lejos y que picaba sobre mi retina.
- ¡Joseph! - escuché gritonear y un cuerpo se echó sobre el mío...
"- La última vez que te vi tuvimos un buen acostón y ahora que ya decidiste buscarte alguno que otro bastardo, tendrás que cobrar algunas multas por tu desacato e infidelidad. Podemos congeniar un buen y sucio jueguito parecido al de la otra vez...- dijo bajo y me asqueó por completo..."
- ¡Nooo!- grité al despertar. Todavía seguía sentada en el asiento de recepción.
Al ver que no era Joseph el que había salido del ascensor, mis ojos se habían cerrado instantáneamente esperando a Joseph.
Traté de calmar mi respiración ya que la pesadilla con Francis había sido muy shockeante para mí... ¿Por qué había soñado que él me haría ese daño?
Creía en que Francis era vengativo pero nunca iba a poder imaginar que él quiera verme sufriendo. Suspiré antes de subir hacia el piso de Administración, directo a hablar con Joseph.
De esto no se salvaba.
Nunca había sentido la trayectoria del ascensor tan lenta.
- Es una porquería esto...- bufé y miré a los números, los cuales no llegaban más al piso de Administración - Voy a matar a Joseph cuando lo...- se abrieron las puertas metálicas y mis tacones se escuchaban golpear en el suelo del pasillo.
Mi cuerpo se tensó por completo al comprender que en la puerta de la oficina de mi novio se había abierto rápidamente. Allí estaba Kevin... Allí estaba con la camisa desarreglada y ensangrentada... ¿¡Ensangrentada!?
Nunca en mi vida había corrido tan desesperadamente, llevada por la adrenalina y el mal presentimiento que esa imagen me producía dentro.
- ¡Kevin!- le grité al tenerlo enfrente todo manchado - ¿Qué pasó?¿Kevin?
Él estaba desenfocado y sus ojos se inundaban de lágrimas con su celular en la mano.
- No lo sé. Lo encontré así y...- su voz temblaba y sus ojos se llenaban de lágrimas.
- Dayns...- escuché dentro de la oficina, esa voz que casi no había reconocido, un tono gastado, casi moribundo...
Joseph estaba sentado en el suelo, con el brazo vendado con su propia camisa y los ojos entrecerrados. Por su brazo corría sangre y parecía no aguantar más que unos minutos para desvanecerse - Ven conmigo, amor...
Corrí a su lado y tomé su rostro en mis manos. Sólo pude besarlo apasionadamente mientras sentía que él lloraba entre besos.
- ¿Quién te hizo esto, amor?- mis lágrimas no cesaban ante la imagen de Joseph en mis brazos, débil y ensangrentado por todas partes - Necesito saber quién fue...- le susurré en el oído.
- No, cariño - dijo gastadamente - No te lo diré porque harás una locura y no quiero perderte de nuevo... Sólo quiero que te quedes conmigo todo el tiempo que puedas o por lo menos, hasta que vengan los paramédicos...- sonrió ante el dolor que emergía de su brazo.
- Nunca me vas a perder. Yo me quedo aquí contigo - me apoyé en su hombro.
Nos quedamos en silencio mientras él me acariciaba con su poca fuerza.
- Te amo, Dayna - pronunció algo dificultoso y sus ojos se transformaron por unos segundos en algo tierno más que casi desorbitado - Te amo más que a mi vida... Porque quién me mantiene vivo eres tú, a la que le pertenece mi respiración es a ti y a nadie más. Si yo no llego a...- mi mano tapó en su boca para callarlo.
- No lo digas - dije al borde de la desesperación y las lágrimas.
- Pero... no me siento muy bien y... no quiero mentirte, no quiero... lastimarte con una promesa que no sé si cumpliré- sus ojos se llenaron de lágrimas junto a los míos.
- Nada de promesas ni malos augurios, Joe - le susurré cerca de su rostro cansado y sus pupilas débiles - ¿Te has olvidado de nuestra promesa, esa que hicimos en esta misma oficina?
Joseph asintió todavía débilmente pero su sonrisa pudo sostenerse en aquel momento.
- Siempre la cumpliré... Estaremos juntos aunque el destino quiera accidentar nuestro amor porque Dayna, como alguna vez te lo prometí y te lo declaré... te amo mucho más de lo que mi cuerpo puede soportar, más de lo que puede coexistir en el corazón de un hombre...- su mano sana me acarició la mejilla y acunó mi mentón entre sus dedos. La tomé junto a la mía y cerré los ojos ante la brusquedad con la que una profunda angustia me azotaba el cuerpo. Su luz parecía apagarse ante mis ojos y no sabía qué hacer para mantenerla conmigo.
- También te lo prometí y te lo sigo prometiendo: aunque el destino quiera accidentar esto que siento cada vez que me miras, me besas o tan sólo compartimos unas cuantas palabras, buscaré a ese bastardo llamado “Destino” y lo obligaré a que vuelvas conmigo...- su boca se ladeó en un tipo de mueca sonriente y suspiró dificutoso. Su cabeza se movió y ahora lo invadió algún dolor que desde el agarre de nuestras manos, se sintió la forma en que se tensó.
- Joseph ¿está todo bien?- mencioné entre lágrimas y él no contestó.
Sus ojos habían quedado abiertos y congelados. Mi corazón se detuvo inmediatamente y su mano se deslizó inmutable hasta caer en su regazo.
- ¿Joseph?- grité – ¡Joseph, contéstame!- moví su cuerpo y sólo noté como su cabeza caía sobre su hombro.
- Aléjese, señorita...- escuché llegar a tres hombres que tomaron a Joe en sus brazos y se lo llevaron hacia el pasillo.
Sólo escuchaba los fuertes latidos de mi corazón y su nombre pronunciado en gritos en mi boca.
Él se alejaba de mí y por un instante sentí el vacío de que aquella persona no volvería a cruzarse en mi vida.
Un muchacho me sostuvo en sus brazos mientras caía al suelo, mientras mi cuerpo pedía a gritos a su otra mitad, a la persona que más amaba.
- Tranquilícese. Todo estará bien...- escuché entre los gemidos de dolor que se desprendían de mi garganta. Todo mi ser se tensó y cayó estallando en miles de astillas al suelo como un cristal delicado que dejaron caer al vacío... Un vacío no tan profundo, un vacío que nadie llenaría de ninguna manera posible.
Kevin se alejaba corriendo detrás de los hombres que llevaban en brazos a Joseph y desaparecían casi tortuosamente de mi vista...
- ¡Joseph!- grité de nuevo antes de sentir que mi mundo se oscurecía ante mis ojos y en los brazos del paramédico...
Sigan leyendo...
12 de agosto de 2011
Capítulo 39: ¿Dónde estás cuando te necesito?
Mi paciencia se estaba agotando al ver que Joseph estaba tardando tanto. Ya se estaba por cerrar la empresa y él no salía. Lo primero que podía llegar a pensar era que se iba a quedar trabajando y me volvería a dejar plantada con la cena.
Estamos hace casi un año juntos y estas cosas eran las que desgastaban todo lo que habíamos construído. Habíamos hablado muchas veces sobre el tema de la adicción que tenía para con el trabajo y pareciera no haberlo entendido.
Otra de las hipótesis que se me venían a la mente era el hecho de que estuviese corriendo peligro o algo peor: me esté engañando una vez más.
Era una estupidez que yo piense que me estaba engañando, ya que se había comportado muy dulce y atento durante las horas de trabajo y el almuerzo que me había dedicado.
Todavía estaba sentada en la sala de espera de la entrada, con las piernas cruzadas y los ojos cansados del maldito computador que había manejado la mayoría del día por unos papeles que necesitaba el señor Jonas, el padre de mi noviecito desaparecido.
- Maldita sea – mascullé entre dientes al ver que hace una hora estaba allí, escuchando los interruptores de las luces dicroicas apagarse y el pasar del conserje sin su uniforme, con una sonrisa tranquila al verse libre esa noche.
- Adiós señorita – me dijo al pasar por mi lado con un tono mexicano muy agradable.
- Adiós...- aunque trataba de estar bien, me sentía más plantada que un árbol. Veía como el señor se alejaba y yo quedaba en la penunbra en busca de mi hombre de trabajo y dueño de mi cama... Aunque con esa dejada no lo dejaría ni tocar la sala de estar.
Pero de repente, escuché que el ascensor hacía ruidos y los números descendían a partir de mi piso de trabajo y el de Joe.
<< Al fin, justo a tiempo para insultarte...>>
- ¡Te he dicho que me dejes!- una gran sacudida de dolor se prolongó en todo mi cuerpo. Nunca imaginé que él llegaría a tratarme así.
- El único que dice cuando se acabará seré yo...- su sonrisa renocorosa y enmarañada me congelaba. Nunca pude predecir algo como esto, tumbada sobre el edredón de la cama y con él, abruptamente, acorralándome con el peso de su cuerpo sobre el mío... ¿Por qué tenía esa expresión satisfactoria? ¿Le divertía el hecho de asustarme...?
- Por favor...- mis ojos se aguaron al instante ante el frívolo contacto de la mirada de aquel hombre que alguna vez me observó con cariño y amor... Esas sensaciones se había esfumado, quedando la tensión entre el vislumbre silencioso que emergía de todo ese contacto visual.
- El único favor que te pediré que es que te arrodilles frente a mí...- dijo secamente y me tiró del cabello. Nunca en mi vida me habían tratado así. En ese momento, deseaba que Joseph me ayude.
- No...- pronuncié en llanto. No iba a hacerle nada.
- ¿Cómo dijiste?- su voz se notaba agresiva y un tanto malentonada. En su traje se sentía el hedor a alcohol.
- Déjame o Joseph te romperá la cara – lo pude confrontar aunque el valor se me escapaba por los poros con la simple idea de que me iba a hacer algo, pero yo estaba segura de que Joe me salvaría... Hasta que escuché la risa de aquel bastardo.
- ¿Ahora esperas a tu novio?... Eres patética, mujer – esbozó conforme con su autoridad mientras sentía que mi ropa se deshacía en pedazos entre sus manos. Esta vez, el miedo había llegado a un nivel muy alto - ¿Crees que el cobarde de tu noviecito de rescatará?- decía confiado y me acorralaba contra el muro – No te rescatará ni te volverá a ver...- afirmó y me tomó de las muñecas. Sólo quería llorar hasta ahogarme si era posible que Francis le había hecho algún daño.
- ¡No, Joseph!- grité desesperada tanto por Joe como por la forma en que me lastimaba los brazos con su agarre nervioso. Me miraba a los ojos y no podía creer que esa mirada no era la misma de hace tres años, ésa que me había conquistado instantáneamente. Él había logrado enamorarme alguna vez.
Mientras seguía con sus séquitos de caricias agresivas y sus obscenas prosas dedicadas a mi cuerpo u a cosas que suponía que le hiciera, todo mi ser pedía morir antes de caer asesinada por culpa de aquel persona... o más bien, de aquella bestia.
Las caricias seguían subiendo y bajando esporádicamente, surcando mi cuerpo con dulzura por ratos y en cuanto él se daba cuenta de que estaba siendo dulce, empezaba con mis peores pesadillas. En un fuerte tirón, mi camiseta se rasgó entre mis pechos, la punta de su lengua recorrió cada monte con cuidado, bajando hacia mis pezones entumecidos. Él lo mordió ni bien tuvo contacto con ellos. Mis gritos empezaban a retumbar en el pequeño cuarto...
Mi más grande fobia era tener una y el miedo a él empezaba a afectar mis neuronas, el simple hecho de que estaba masacrando mi cuerpo, robándome el alma como si fuese un mercenario codicioso y llevándome para dónde él quisiese, con su fuerza bruta y sus palabras alegóricas de notable narcisismo, me estaban rebajando a un objeto, uno que deseaba que todo pase rápido o que alguien lo salve de tal atros circunstancia, que mi novio me salvara de esa pesadilla...
El verdadero Francis se había esfumado de ese cuerpo.
- ¿Lloras por él? Nunca lo hiciste por mí, cariño...- me tomó en brazos y me arrojó una vez más a la cama con fuerza.
Sólo Joseph se me venía a la cabeza y la persona que tenía enfrente de mi rostro me lo bloqueaba con la presencia del miedo, con la simple reacción de verlo desabrocharse los pantalones con torpeza.
- Y nunca lo haré, Francis... No te mereces mis lágrimas ni nada de mi parte – pude contestar aún temiendo por las consecuencias. Ya no le encontraba sentido a nada si no sabía nada de Joseph.
- Lo que me merezco es más que tontos sentimientos... Solamente quiero tenerte para mí y en este momento, preciosura – vaciló tontamente con amargura en cada rasgo de su cara. Era sólo un alma en pena y una que también quería vengarse sin razón alguna que lo justifique.
- No ganarás nada violándome.
- ¿Violarte?- dijo a carcajadas irónicas – No digas sandeces, niña... Tú sola querrás que te sacuda un poco, me lo pedirás a los gritos – las cosas que decía me daban náuseas, sintiendo que mi vida se acabaría de la forma más abrupta y terrible como ser abusada por alguien que alguna vez amé y en ese momento, me quería ver plañir por todo lo que pensaba que le había hecho...
Una venganza que me podría costar la vida y parecía haber costado la de mi novio también.
“Si le haces caso, él no te lastimará...” , una de las más grandes mentiras.
Tenía que tener en cuenta que él lo hacía para herirme tanto física como anímicamente, gozando de cada sollozo y cada gemido de susto que emergía de mi ser congestionado en pensamientos casi inimaginables, cosas que él podía llegarme a hacer en esas circunstancias.
- Ya vas a aprender a desearme, ya entenderás que el mundo no es amor verdadero y príncipes que mencionan sus sentimientos por todos lados como unos afeminados de mierda. Verás la cruda realidad que deberían aprender las muchachitas como tú, el verdadero propósito de su existencia- sus ojos estaban turbados y oscuros. Sus palabras eran dedicadas a su orgullo herido, a su falta de dominación ante mí que, cuando vi que me engañaba, escapé desesperada.
Nunca había pensado que un hombre tan peligroso, hasta el punto de violarme, hubiese conquistado mi corazón alguna vez.
Me tenía cada vez más aprisionada, sintiendo su erección cerca de mis muslos que se escontraban descubiertos. Mi falda había quedado casi como cinturón.
- ¿Por qué, Francis?- pronuncié su nombre asustada, sin saber qué creer o qué le ocurría para que me tenga casimente secuestrada en ese apartamento desconocido, amplio y frío - ¿Qué te he hecho?
- La última vez que te vi tuvimos un buen acostón y ahora que ya decidiste buscarte alguno que otro bastardo, tendrás que cobrar algunas multas por tu desacato e infidelidad. Podemos congeniar un buen y sucio jueguito parecido al de la otra vez...- dijo bajo y me asqueó por completo.
Continuará...
Etiquetas:
amor,
besos,
decisión,
dudas,
engaños,
jonas brothers,
nove joe,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
segunda nove,
sentimientos,
vida
21 de junio de 2011
Capítulo 38: El último abrazo
Ni el café más fuerte iba a despavilarme en ese momento. La mañana me había atacado como si fuese una de las resacas más fuertes de mi vida, sabiendo que del otro lado de la cocina, Dayna se moría de risa entre sorbos de su té...
- Sé que estás pensando...- avisé apesadumbrado.
- Te lo dije... Ahora tienes sueño - se acercó a mi lado, tirando su taza al lavabo. Estaba apoyado en la mesada justamente enfrente de la mesa de la cocina, perfilando mi vista a la corta falda que amoldaba su trasero con elegancia y seducción.
Quería comérmela allí mismo, montarla arriba de la mesa y... << Deja de pensar en tus necesidades carnales...>>
Sacudí la cabeza y traté de calmar mis emociones exaltadas matutinas. Dayna me sonrió al pasar a mi lado pero nunca pensé que sería tan torpe como para acercarme hacia ella en busca de un beso y olvidarme de la taza llena de café que sostenía... Ella gritó ante el fulgor de la bebida caliente...
- ¡Ay... Joseph! - dijo molesta al ver que su blusa blanca estaba oscurecida como si le hubiese echado tinte siena. Por suerte no la había quemadoy decidí ayudarla.
- ¿Estás bien?- pregunté abrazando su cintura.
- Si, pero mi blusa se ha arruinado...- parecía ser su preferida y yo la había arruinado por completo, sintiendo como los ojos de mi mujer se aclaraban en tristeza.
- Preciosa, ya la lavaremos...- lentamente, empecé a desnudar su torso. Encontré su desnudez irresistible y la atraje hacia mi.
- ¿Qué haces?- dijo confundida y con una simple sonrisa - Tengo que cambiarme o llegaremos tarde. No puedo ir en sostén a la oficina.
- ¿Quién dijo que todavía nos vamos?- sostuve pícaro.
Era mi blusa preferida.
Sabía que él no lo había hecho a propósito pero era muy especial para mí. La última vez que la había usado era el día del accidente y desde ese entonces quería tenerla para siempre conmigo... El recordar que con esa blusa mi hermano me regaló el último abrazo impregnado de su fuerte perfume y su tierno calor protector me estremecía...
El último suspiro cariñoso de Gabriel estaba situado en esa prenda.
Sin pensarlo, me la quité para lavarla rápidamente pero unas cálidas manos me tomaron por sorpresa y me acunaron en su cuerpo.
Era Joseph.
- Debemos irnos en media hora, amor...- repliqué algo consternada. Sentí que él me subió la mirada desde la barbilla y me dedicó sus profundos ojos.
- Amor... ¿Me perdonas? No fue mi intención mancharte...- su voz se sentía culpable.
Lo miré en silencio por unos segundos y traté de sonreírle. Joseph me abrazó fuertemente.
- Te acompaño al cuarto, preciosa...- me tomó de la mano y subimos juntos.
Él se situó sobre la cama deshecha, mirándome a todo momento, en cada movimiento que daba.
Encontré una simple blusa azul en mi clóset pero no era lo mismo... Ni bien me la coloqué, se la mostré a Joe.
- ¿Qué te parece?
- Emm...- dijo bromista - Te prefiero sin blusa...- contestó enarcando las cejas. Me hizo sonrojar y se acercó - Sabes que todo te queda maravilloso... Ya encontraremos una blusa parecida a la que manché...- me sonrió pero él no entendía el significado que tenía ese pedazo de tela, los malos y buenos recuerdos que llevaba.
- Nunca habrá una igual...- preferí contárselo - Con esa blusa viajé el día del accidente de Gaby y ella me acompañó en el último abrazo que él me dió en Arizona cuando me buscó...- mis ojos se llenaban de lágrimas y él parecía entristecer de culpa.
- Soy un estúpido...- se dejó caer sentado en la cama, hundiendo su rostro entre sus manos. Me coloqué a su lado y posé mis manos sobre su regazo - ¿Cómo pude ser tan torpe? Arruiné tu último recuerdo de Gabriel...
- Déjalo así, amor. Es sólo que todavía lo extraño y no puedo aceptar que no lo tengo - no dudé en abrazarlo fuertemente, sintiendo como le correspondía y me resguardaba en sus brazos. Tuve que descargarme en llanto en su pecho, necesitaba llorar a mi hermano, a su ausencia...
- Lo tienes siempre a tu lado, eso nunca lo olvides...- me dirigió las palabras más hermosas, acompañado de un simple beso en mis labios, uno dulce y sanador - Pero espero que ahora no esté porque sino estaría corriéndome con el bate de beísbol de tu lado...- eso me había hecho reír.
- Es verdad... Siempre fue celoso conmigo - sonreí ante los recuerdos - Me acuerdo que cuando conocí a Francis, él lo interrogó como si fuese un criminal y casi me lo espanta... Franz fue astuto y pudo evadirlo...
- Pero tu hermano tenía razón, era un canalla...- ni bien me di cuenta de que estaba hablando de Francis, mi corazón dejó de latir de repente, hundiéndome el pánico de que se enterara sobre el error que había cometido, la infidelidad que le había regalado a cambio del despecho más estúpido... ¿Cómo pude hacer eso? Pensarlo me traía mucha culpa.

Continuará...
Comenten y Sigan Leyendo :D
- Sé que estás pensando...- avisé apesadumbrado.
- Te lo dije... Ahora tienes sueño - se acercó a mi lado, tirando su taza al lavabo. Estaba apoyado en la mesada justamente enfrente de la mesa de la cocina, perfilando mi vista a la corta falda que amoldaba su trasero con elegancia y seducción.
Quería comérmela allí mismo, montarla arriba de la mesa y... << Deja de pensar en tus necesidades carnales...>>
Sacudí la cabeza y traté de calmar mis emociones exaltadas matutinas. Dayna me sonrió al pasar a mi lado pero nunca pensé que sería tan torpe como para acercarme hacia ella en busca de un beso y olvidarme de la taza llena de café que sostenía... Ella gritó ante el fulgor de la bebida caliente...
- ¡Ay... Joseph! - dijo molesta al ver que su blusa blanca estaba oscurecida como si le hubiese echado tinte siena. Por suerte no la había quemadoy decidí ayudarla.
- ¿Estás bien?- pregunté abrazando su cintura.
- Si, pero mi blusa se ha arruinado...- parecía ser su preferida y yo la había arruinado por completo, sintiendo como los ojos de mi mujer se aclaraban en tristeza.
- Preciosa, ya la lavaremos...- lentamente, empecé a desnudar su torso. Encontré su desnudez irresistible y la atraje hacia mi.
- ¿Qué haces?- dijo confundida y con una simple sonrisa - Tengo que cambiarme o llegaremos tarde. No puedo ir en sostén a la oficina.
- ¿Quién dijo que todavía nos vamos?- sostuve pícaro.
Era mi blusa preferida.
Sabía que él no lo había hecho a propósito pero era muy especial para mí. La última vez que la había usado era el día del accidente y desde ese entonces quería tenerla para siempre conmigo... El recordar que con esa blusa mi hermano me regaló el último abrazo impregnado de su fuerte perfume y su tierno calor protector me estremecía...
El último suspiro cariñoso de Gabriel estaba situado en esa prenda.
Sin pensarlo, me la quité para lavarla rápidamente pero unas cálidas manos me tomaron por sorpresa y me acunaron en su cuerpo.
Era Joseph.
- Debemos irnos en media hora, amor...- repliqué algo consternada. Sentí que él me subió la mirada desde la barbilla y me dedicó sus profundos ojos.
- Amor... ¿Me perdonas? No fue mi intención mancharte...- su voz se sentía culpable.
Lo miré en silencio por unos segundos y traté de sonreírle. Joseph me abrazó fuertemente.
- Te acompaño al cuarto, preciosa...- me tomó de la mano y subimos juntos.
Él se situó sobre la cama deshecha, mirándome a todo momento, en cada movimiento que daba.
Encontré una simple blusa azul en mi clóset pero no era lo mismo... Ni bien me la coloqué, se la mostré a Joe.
- ¿Qué te parece?
- Emm...- dijo bromista - Te prefiero sin blusa...- contestó enarcando las cejas. Me hizo sonrojar y se acercó - Sabes que todo te queda maravilloso... Ya encontraremos una blusa parecida a la que manché...- me sonrió pero él no entendía el significado que tenía ese pedazo de tela, los malos y buenos recuerdos que llevaba.
- Nunca habrá una igual...- preferí contárselo - Con esa blusa viajé el día del accidente de Gaby y ella me acompañó en el último abrazo que él me dió en Arizona cuando me buscó...- mis ojos se llenaban de lágrimas y él parecía entristecer de culpa.
- Soy un estúpido...- se dejó caer sentado en la cama, hundiendo su rostro entre sus manos. Me coloqué a su lado y posé mis manos sobre su regazo - ¿Cómo pude ser tan torpe? Arruiné tu último recuerdo de Gabriel...
- Déjalo así, amor. Es sólo que todavía lo extraño y no puedo aceptar que no lo tengo - no dudé en abrazarlo fuertemente, sintiendo como le correspondía y me resguardaba en sus brazos. Tuve que descargarme en llanto en su pecho, necesitaba llorar a mi hermano, a su ausencia...
- Lo tienes siempre a tu lado, eso nunca lo olvides...- me dirigió las palabras más hermosas, acompañado de un simple beso en mis labios, uno dulce y sanador - Pero espero que ahora no esté porque sino estaría corriéndome con el bate de beísbol de tu lado...- eso me había hecho reír.
- Es verdad... Siempre fue celoso conmigo - sonreí ante los recuerdos - Me acuerdo que cuando conocí a Francis, él lo interrogó como si fuese un criminal y casi me lo espanta... Franz fue astuto y pudo evadirlo...
- Pero tu hermano tenía razón, era un canalla...- ni bien me di cuenta de que estaba hablando de Francis, mi corazón dejó de latir de repente, hundiéndome el pánico de que se enterara sobre el error que había cometido, la infidelidad que le había regalado a cambio del despecho más estúpido... ¿Cómo pude hacer eso? Pensarlo me traía mucha culpa.

Continuará...
Comenten y Sigan Leyendo :D
Etiquetas:
besos,
casa,
decisión,
descanso,
dudas,
historia,
JB,
joe jonas,
jonas brothers,
nove joe,
noviazgo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
salida,
segunda nove,
sentimientos,
vida
18 de junio de 2011
Capítulo 37: Estupideces
Esa noche había sido muy incómoda. Dayna se comportaba fría y muy aislada de mí, sintiendo como la habitación parecía haberse congelado.
Había llegado temprano a la casa y ella sólo me había corrido el rostro al quererla saludar. Decidí callarme pero sin lugar a dudas, estaba sufriendo su indiferencia, eso que escondía me tenía muy perseguido. Volteé hacia su espalda y ella respiraba tranquilamente, pero si las dudas las tenía rondando en ese momento, debían ser saciadas en ese momento...
- Dayns...- dije bajamente cerca de su cuerpo, acariciándole la cintura. Ella se movió un poco pero parecía molesta.
- ¿Qué quieres?- mencionó adormilada luego de un suspiro. Se dio media vuelta y me miró con los ojos entrecerrados, refugiando su mirada entre los cojines. Se notaba a leguas su descontento.
- Quiero hablar contigo...- trataba de ser lo más razonable y dulce posible, aunque siempre me comportaba así con ella.
- No creo que sea hora de hablar...- tomó su celular y miró la pantalla - Son las dos de la madrugada... Te quedan cuatro horas de sueño - dejó el celular y se estiró.
- Eso no importa. Hay mucho café en la empresa - le dediqué una sonrisa y me acerqué despacio - Quiero que hablemos, quiero preguntarte algunas cosas, amor.
Ella me miró apesadumbrada y eso no era bueno... Algo le molestaba.
- ¿Cómo qué?- dijo como si se sintiera interrogada.
- ¿Hay algo que te moleste o que te haya dicho para que estés con esa postura indiferente?- ella quedó en silencio y examinó lo que le dije.
Parecía no querer contestarla, descubriendo temor en sus expresiones - Por favor, dímelo... ¿Te molesta que ya casi no nos veamos, no?
Dayna lo afirmó con la cabeza y empezó a respirar con dificultad. Sus pupilas se encogieron y una lágrima recorrió su rostro hasta plantarse en la almohada.
- Ya ni cenamos juntos, no llegas a tiempo nunca, no hablamos ni hacemos cosas juntos, no salimos, no me miras como lo hacías antes...- reclamó sosegada durante su llanto. Me partía el alma saber que me había distanciado de ella y menos supe sobre el pasar de los días y noches que casi ni hablábamos o hacíamos algo más que dormir en la misma cama.
- Perdóname... Sabes que no hago otra cosa que trabajar y siempre pienso en ti, pero no me he dado cuenta que te dejé de dedicar tiempo...- me sentía pésimamente culpable y verla llorar por mí era fatal.
- Siempre tengo que perdonarte y no entiendes que me dejas sola todo el tiempo, sin casi una muestra de amor o sólo un poco de compañía... Me acuesto casi todas las noches sin ti y los fines de semana trabajas también...
- Pero...- ella interrumpió.
- No existe ningún "pero"que me haga sentir mejor... Sólo quiero que me ames como lo hiciste siempre y que dejes de trabajar tanto... Vas a enfermarte - exigió enojada, adolorida.
Tenía toda la razón...
- Dime qué quieres que haga y lo haré... ¿Cuál es tu punto?- me acerqué a su boca y la besé despacio, le dediqué un beso profundo y significativo. Ella parecía reaccionar, abrazándome como si fuese el último de nuestras vidas.
- Sólo quiero que me dejes volver a la empresa... Contigo...- me miró a corta distancia de mis labios y parecía rogarlo.
- ¿Por qué quieres volver a esa pocilga?- estaba confundido.
- Porque me siento inservible aquí en la casa, quiero hacer algo de mi vida... Además...- se acercó sensualmente y me besó la mejilla - Nos vamos a ver más seguido...
Esa idea me encantaba, casi llevándome a la locura con las cosas que se me ocurrían dentro de mi cubículo <<"Pervertido" te llaman>>
- No eres inservible, al contrario, eres imprescindible...- le sonreía ladeado y le dedicaba unos cuantos besos entre sábanas. Ella reía.
- Bueno... ¿Me vas a a contratar?¿Si o no?- me estaba tratando de convencer y aunque sabía que era lo que más quería, tenía mis dudas...
- En realidad, no me gusta nada que trabajes y menos para mí...- dije con un tono burlón - Pero tengo que aceptar tus condiciones por el bien de mi vida...- ella se rió fuertemente y me abrazó.
- Gracias, Joe...- estaba recostada sobre mi cuerpo, abrazada a mi como yo a ella pero todavía estaba esa filosa distancia que nos parecía separar.
- ¿Sabés que te amo?- susurré en su oído. Dayna quedó en silencio y sonrió levemente.
- Lo tengo muy en claro...- me besó cortamente en los labios - Yo también te amo...
- Ayer me dijiste que no...- cuestioné interesado en el por qué.
- Eso ya no tiene sentido, amor... Fue...- quedó pensante - una estupidez...
<<... Fue una estupidez. Claro, acostarte con tu ex- novio es una estupidez...>>
Dolía saber que le escondía algo como eso y también sabía las consecuencias que podría tener. Ahora me daba cuenta de lo que había ocasionado con lo de ayer y con Francis aunque él no esté enterado... ¿Qué decía hacer?¿Si Francis aparecía de nuevo?¿Sería débil una segunda vez? En verdad, era impredecible y decir que ya no amaba a Joseph era una gran mentira y todo por culpa...
Me sentía sucia y me apesadumbraba tener que cargar con una infidelidad hacia la persona que me hace felíz, me protege, me ama, me respeta y me hace sentir viva... Teníamos nuestros desencuentros y hasta nuestros distanciamientos pero todo lo que habíamos pasado con Susan fue una prueba de que lo que hemos formado en nuestros corazones era irrompible y legítimo.
¿Qué debe haber pasado con Sue, no?
Siempre me lo he preguntado como también el hecho de que haya desaparecido con tanta rapidez y después de tan gran pérdida... A mí, me hubiese devastado saber que una parte de mí la he perdido como lo es un hijo...
<< Un pequeño Jonas...>> No sé si era una buena idea o sólo un momento de ternura pre-materna femenina, la famosa debilidad de las mujeres hacia los bebés y todo lo que tenga que ver ( más allá de todo los dolores y cosas que implica estar embarazada) con tener en el vientre un pedacito de la persona con la que compartes hasta el aire que respiras, los latidos y la vida misma en un día a día... Sonaba a vida de casados y eso no me interesaba justamente con Joe por ahora... Pese a que si él me lo propusiera o lo quiera hablar conmigo me emocionaría hasta las lágrimas o no sé lo que le haría... << Encerrarlo en mi cuarto y matarlo a besos es poco si se me declara así...>>
Lo miré un poco más calmado después del largo interrogatorio, quedándome en resguardo de sus fuertes brazos, acogida en su calor y cayendo dormida en un simple suspiro inminentemente del fondo de mi corazón...
- Te amo, Joe...- cerré los ojos, guardando su dulce perfume amaderado y con sus palabras rasposas, roncas de profundo amor:
- Yo también Dayns... Que descanses...- su respiración y sus latidos se calmaron bajo mi cabeza, sintiéndolo sumido en su dormir...
Mis ojos brillaron al saber que era la persona más afortunada por tenerlo en ese momento en mi poder, si se puede decir así... Sin importar algo más alrededor y sin otra prioridad como lo éramos allí el uno con el otro...

Eres perfecto, Mi Joseph Adam Jonas♥...
Sigan leyendo & Comenten :D
Había llegado temprano a la casa y ella sólo me había corrido el rostro al quererla saludar. Decidí callarme pero sin lugar a dudas, estaba sufriendo su indiferencia, eso que escondía me tenía muy perseguido. Volteé hacia su espalda y ella respiraba tranquilamente, pero si las dudas las tenía rondando en ese momento, debían ser saciadas en ese momento...
- Dayns...- dije bajamente cerca de su cuerpo, acariciándole la cintura. Ella se movió un poco pero parecía molesta.
- ¿Qué quieres?- mencionó adormilada luego de un suspiro. Se dio media vuelta y me miró con los ojos entrecerrados, refugiando su mirada entre los cojines. Se notaba a leguas su descontento.
- Quiero hablar contigo...- trataba de ser lo más razonable y dulce posible, aunque siempre me comportaba así con ella.
- No creo que sea hora de hablar...- tomó su celular y miró la pantalla - Son las dos de la madrugada... Te quedan cuatro horas de sueño - dejó el celular y se estiró.
- Eso no importa. Hay mucho café en la empresa - le dediqué una sonrisa y me acerqué despacio - Quiero que hablemos, quiero preguntarte algunas cosas, amor.
Ella me miró apesadumbrada y eso no era bueno... Algo le molestaba.
- ¿Cómo qué?- dijo como si se sintiera interrogada.
- ¿Hay algo que te moleste o que te haya dicho para que estés con esa postura indiferente?- ella quedó en silencio y examinó lo que le dije.
Parecía no querer contestarla, descubriendo temor en sus expresiones - Por favor, dímelo... ¿Te molesta que ya casi no nos veamos, no?
Dayna lo afirmó con la cabeza y empezó a respirar con dificultad. Sus pupilas se encogieron y una lágrima recorrió su rostro hasta plantarse en la almohada.
- Ya ni cenamos juntos, no llegas a tiempo nunca, no hablamos ni hacemos cosas juntos, no salimos, no me miras como lo hacías antes...- reclamó sosegada durante su llanto. Me partía el alma saber que me había distanciado de ella y menos supe sobre el pasar de los días y noches que casi ni hablábamos o hacíamos algo más que dormir en la misma cama.
- Perdóname... Sabes que no hago otra cosa que trabajar y siempre pienso en ti, pero no me he dado cuenta que te dejé de dedicar tiempo...- me sentía pésimamente culpable y verla llorar por mí era fatal.
- Siempre tengo que perdonarte y no entiendes que me dejas sola todo el tiempo, sin casi una muestra de amor o sólo un poco de compañía... Me acuesto casi todas las noches sin ti y los fines de semana trabajas también...
- Pero...- ella interrumpió.
- No existe ningún "pero"que me haga sentir mejor... Sólo quiero que me ames como lo hiciste siempre y que dejes de trabajar tanto... Vas a enfermarte - exigió enojada, adolorida.
Tenía toda la razón...
- Dime qué quieres que haga y lo haré... ¿Cuál es tu punto?- me acerqué a su boca y la besé despacio, le dediqué un beso profundo y significativo. Ella parecía reaccionar, abrazándome como si fuese el último de nuestras vidas.
- Sólo quiero que me dejes volver a la empresa... Contigo...- me miró a corta distancia de mis labios y parecía rogarlo.
- ¿Por qué quieres volver a esa pocilga?- estaba confundido.
- Porque me siento inservible aquí en la casa, quiero hacer algo de mi vida... Además...- se acercó sensualmente y me besó la mejilla - Nos vamos a ver más seguido...
Esa idea me encantaba, casi llevándome a la locura con las cosas que se me ocurrían dentro de mi cubículo <<"Pervertido" te llaman>>
- No eres inservible, al contrario, eres imprescindible...- le sonreía ladeado y le dedicaba unos cuantos besos entre sábanas. Ella reía.
- Bueno... ¿Me vas a a contratar?¿Si o no?- me estaba tratando de convencer y aunque sabía que era lo que más quería, tenía mis dudas...
- En realidad, no me gusta nada que trabajes y menos para mí...- dije con un tono burlón - Pero tengo que aceptar tus condiciones por el bien de mi vida...- ella se rió fuertemente y me abrazó.
- Gracias, Joe...- estaba recostada sobre mi cuerpo, abrazada a mi como yo a ella pero todavía estaba esa filosa distancia que nos parecía separar.
- ¿Sabés que te amo?- susurré en su oído. Dayna quedó en silencio y sonrió levemente.
- Lo tengo muy en claro...- me besó cortamente en los labios - Yo también te amo...
- Ayer me dijiste que no...- cuestioné interesado en el por qué.
- Eso ya no tiene sentido, amor... Fue...- quedó pensante - una estupidez...
<<... Fue una estupidez. Claro, acostarte con tu ex- novio es una estupidez...>>
Dolía saber que le escondía algo como eso y también sabía las consecuencias que podría tener. Ahora me daba cuenta de lo que había ocasionado con lo de ayer y con Francis aunque él no esté enterado... ¿Qué decía hacer?¿Si Francis aparecía de nuevo?¿Sería débil una segunda vez? En verdad, era impredecible y decir que ya no amaba a Joseph era una gran mentira y todo por culpa...
Me sentía sucia y me apesadumbraba tener que cargar con una infidelidad hacia la persona que me hace felíz, me protege, me ama, me respeta y me hace sentir viva... Teníamos nuestros desencuentros y hasta nuestros distanciamientos pero todo lo que habíamos pasado con Susan fue una prueba de que lo que hemos formado en nuestros corazones era irrompible y legítimo.
¿Qué debe haber pasado con Sue, no?
Siempre me lo he preguntado como también el hecho de que haya desaparecido con tanta rapidez y después de tan gran pérdida... A mí, me hubiese devastado saber que una parte de mí la he perdido como lo es un hijo...
<< Un pequeño Jonas...>> No sé si era una buena idea o sólo un momento de ternura pre-materna femenina, la famosa debilidad de las mujeres hacia los bebés y todo lo que tenga que ver ( más allá de todo los dolores y cosas que implica estar embarazada) con tener en el vientre un pedacito de la persona con la que compartes hasta el aire que respiras, los latidos y la vida misma en un día a día... Sonaba a vida de casados y eso no me interesaba justamente con Joe por ahora... Pese a que si él me lo propusiera o lo quiera hablar conmigo me emocionaría hasta las lágrimas o no sé lo que le haría... << Encerrarlo en mi cuarto y matarlo a besos es poco si se me declara así...>>
Lo miré un poco más calmado después del largo interrogatorio, quedándome en resguardo de sus fuertes brazos, acogida en su calor y cayendo dormida en un simple suspiro inminentemente del fondo de mi corazón...
- Te amo, Joe...- cerré los ojos, guardando su dulce perfume amaderado y con sus palabras rasposas, roncas de profundo amor:
- Yo también Dayns... Que descanses...- su respiración y sus latidos se calmaron bajo mi cabeza, sintiéndolo sumido en su dormir...
Mis ojos brillaron al saber que era la persona más afortunada por tenerlo en ese momento en mi poder, si se puede decir así... Sin importar algo más alrededor y sin otra prioridad como lo éramos allí el uno con el otro...

Eres perfecto, Mi Joseph Adam Jonas♥...
Sigan leyendo & Comenten :D
Etiquetas:
amor,
besos,
dj danger,
dudas,
engaños,
historia,
joe,
joe jonas,
nove joe,
noviazgo,
Nuevo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
salida,
segunda nove,
sentimientos,
timidez,
vida
2 de junio de 2011
Capítulo 36: Traspie Fatal
Un mes y medio después...
- Buenos días...- escuché la dulce voz adormilada de Joseph. Mis ojos se abrieron lentamente y una mano se posó en mi cintura... Volví a cerrarlos y un beso recorrió mi cuello hasta mi mejilla... - ¿No piensas levantarte? - su voz me produjo una gran sonrisa.
- Ni loca me levanto...- me acomodé en la cama, todavía de espaldas a él.
- ¿Tampoco te darás vuelta? - su tono era juguetón, pero en vez de seguir hablando, me abrazó y hundió su cabeza en mi cuello.
Suspiré lentamente, pacificada al tenerlo tan próximo y mío.
- Esto sí es lindo...- pronuncié bajo y sentí que me abrazaba más fuerte. Su respiración era tranquila y rozaba mi piel... - ¿Estás dormido? - una pequeña risa se me escapó. Volteé un poco mi cabeza pero no pude ver si estaba sólo jugando...
No decía nada - Joe...- pude acostarme boca arriba pero él parecía una garrapata muy cómoda. Me tenía acorralada en sus brazos y encima de mi pecho, con sus ojos cerrados, sus pies enredados en los míos. Acaricié su cabello y lo miré muerta de amor. Mordí mis labios para controlar mis ganas de besarlo.
- Amo escuchar tu corazón...- vi como se le dibujaba una sonrisa bajo las sábanas y todavía con los ojos escondidos bajo sus párpados. Respiró muy profundo.
Me estremecí de emoción con sus palabras y decidí disfrutar ese momentito en la cama.
Subió la cabeza lo suficiente para mirarme y me sonrió. Besó mi cuello y volvió a mirarme...- ¿Me amas después de todo?
Lo escuché y sentí duda en sus palabras, un miedo que se encargaba de oscurecer sus ojos... Estaba dolido, lo sabía, pero por las circunstancias que tuvo que afrontar como por las que me tocaron a mi. Entendía su pregunta.
- No...- le dije directa.
Él quedó callado y me miró confundido, pero decidí no contestar nada más que eso.
Se recostó en mi lentamente y no dijo nada más.
¿Por qué había dicho eso? Yo sólo lo sé, pero todavía no estaba lista para hablarlo...
El día había sido largo. Decidí irme a la oficina aunque mis ánimos no eran buenos. Dayna se encontraba muy seria y esa mañana me había sorprendido con un "no" como respuesta al preguntarle si me sigue amando.
- ¡Maldita sea! - golpeé el mueble del escritorio - ¿Qué le pasará?- hablaba solo por mi oficina, extasiado en dudas, en tantas cosas.
Había superado lo que había ocurrido con Susan, pero a ella no la había vuelto a ver, pero me había enterado que se encontraba de viaje con su nuevo novio... Estaba felíz por ella...
- No encuentro razones para que Dayna ya no me quiera como lo hicimos siempre... Ayer fue una fantástica noche y esta mañana fue muy dulce... ¿Qué se le habrá pasado por la cabeza para decirme que no me ama?- apoyé mi frente contra la puerta y quedé en silencio. Había tantas ideas que me atormentaban.
Sonaba un tanto egoísta pero la idea de que ella se distanciara de mí era insoportablemente decepcionante.
¿Habría otro hombre en su vida?
No sé cómo explicar lo que le había respondido a Joseph, pero por algo se había escapado de mis labios un tanto revelador.
Tenía que confesarle algo que le dolería mucho, pero nunca imaginé que esto pasaría...
Me di cuenta que estoy enamorada de alguien más, mientras que Joseph sólo está conmigo tres o cuatro veces a la semana por su trabajo. Yo había decidido renunciar y quedarme en casa... Eso fue lo que afectó todo.
Después de un mes de no compartir la cama estando despierta con Joseph todo se había ido al diablo, aunque la noche anterior me había demostrado que él me seguía amando...
Yo no sentí lo mismo que antes... Algo se había perdido y a lo primero que podía culpar era: Francis.
No puedo mentir. He estado con él hace unas semanas y no puedo quitármelo de la cabeza. Sabía que estaba mal haberme acostado con él, pero sé que todo estaba planeado por Franz, sabiendo que mis piernas temblarían... Parecía sincero en sus palabras, sus besos, su entrega hacia mi... Pero la conclusión de todo es una gran confusión en mi como también una culpa muy grande... Era mentira que no amaba a Joseph, pero al perfilar lo que pasaría si mi engaño saldría a la luz como alguna vez le pasó a él, ya no quería estar a su lado....
Era un riesgo que estaba decidida a correr aunque doliera... Por los errores se paga y Joe no lo merecía esto... Ya sé, es muy tarde para arrepentirse...
Comenten y Sigan Leyendo ♥
- Buenos días...- escuché la dulce voz adormilada de Joseph. Mis ojos se abrieron lentamente y una mano se posó en mi cintura... Volví a cerrarlos y un beso recorrió mi cuello hasta mi mejilla... - ¿No piensas levantarte? - su voz me produjo una gran sonrisa.
- Ni loca me levanto...- me acomodé en la cama, todavía de espaldas a él.
- ¿Tampoco te darás vuelta? - su tono era juguetón, pero en vez de seguir hablando, me abrazó y hundió su cabeza en mi cuello.
Suspiré lentamente, pacificada al tenerlo tan próximo y mío.
- Esto sí es lindo...- pronuncié bajo y sentí que me abrazaba más fuerte. Su respiración era tranquila y rozaba mi piel... - ¿Estás dormido? - una pequeña risa se me escapó. Volteé un poco mi cabeza pero no pude ver si estaba sólo jugando...
No decía nada - Joe...- pude acostarme boca arriba pero él parecía una garrapata muy cómoda. Me tenía acorralada en sus brazos y encima de mi pecho, con sus ojos cerrados, sus pies enredados en los míos. Acaricié su cabello y lo miré muerta de amor. Mordí mis labios para controlar mis ganas de besarlo.
- Amo escuchar tu corazón...- vi como se le dibujaba una sonrisa bajo las sábanas y todavía con los ojos escondidos bajo sus párpados. Respiró muy profundo.
Me estremecí de emoción con sus palabras y decidí disfrutar ese momentito en la cama.
Subió la cabeza lo suficiente para mirarme y me sonrió. Besó mi cuello y volvió a mirarme...- ¿Me amas después de todo?
Lo escuché y sentí duda en sus palabras, un miedo que se encargaba de oscurecer sus ojos... Estaba dolido, lo sabía, pero por las circunstancias que tuvo que afrontar como por las que me tocaron a mi. Entendía su pregunta.
- No...- le dije directa.
Él quedó callado y me miró confundido, pero decidí no contestar nada más que eso.
Se recostó en mi lentamente y no dijo nada más.
¿Por qué había dicho eso? Yo sólo lo sé, pero todavía no estaba lista para hablarlo...
El día había sido largo. Decidí irme a la oficina aunque mis ánimos no eran buenos. Dayna se encontraba muy seria y esa mañana me había sorprendido con un "no" como respuesta al preguntarle si me sigue amando.
- ¡Maldita sea! - golpeé el mueble del escritorio - ¿Qué le pasará?- hablaba solo por mi oficina, extasiado en dudas, en tantas cosas.
Había superado lo que había ocurrido con Susan, pero a ella no la había vuelto a ver, pero me había enterado que se encontraba de viaje con su nuevo novio... Estaba felíz por ella...
- No encuentro razones para que Dayna ya no me quiera como lo hicimos siempre... Ayer fue una fantástica noche y esta mañana fue muy dulce... ¿Qué se le habrá pasado por la cabeza para decirme que no me ama?- apoyé mi frente contra la puerta y quedé en silencio. Había tantas ideas que me atormentaban.
Sonaba un tanto egoísta pero la idea de que ella se distanciara de mí era insoportablemente decepcionante.
¿Habría otro hombre en su vida?
No sé cómo explicar lo que le había respondido a Joseph, pero por algo se había escapado de mis labios un tanto revelador.
Tenía que confesarle algo que le dolería mucho, pero nunca imaginé que esto pasaría...
Me di cuenta que estoy enamorada de alguien más, mientras que Joseph sólo está conmigo tres o cuatro veces a la semana por su trabajo. Yo había decidido renunciar y quedarme en casa... Eso fue lo que afectó todo.
Después de un mes de no compartir la cama estando despierta con Joseph todo se había ido al diablo, aunque la noche anterior me había demostrado que él me seguía amando...
Yo no sentí lo mismo que antes... Algo se había perdido y a lo primero que podía culpar era: Francis.
No puedo mentir. He estado con él hace unas semanas y no puedo quitármelo de la cabeza. Sabía que estaba mal haberme acostado con él, pero sé que todo estaba planeado por Franz, sabiendo que mis piernas temblarían... Parecía sincero en sus palabras, sus besos, su entrega hacia mi... Pero la conclusión de todo es una gran confusión en mi como también una culpa muy grande... Era mentira que no amaba a Joseph, pero al perfilar lo que pasaría si mi engaño saldría a la luz como alguna vez le pasó a él, ya no quería estar a su lado....
Era un riesgo que estaba decidida a correr aunque doliera... Por los errores se paga y Joe no lo merecía esto... Ya sé, es muy tarde para arrepentirse...
Comenten y Sigan Leyendo ♥
Etiquetas:
amor,
besos,
casa,
decisión,
dj danger,
engaños,
historia,
joe jonas,
noviazgo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
se termina,
sentimientos,
timidez,
vida
20 de mayo de 2011
Capítulo 35: ¿Amenazas?
- Bueno ¿Qué estás esperando? - cruzó sus brazos y me miró con una pequeña sonrisa.
- No sé, todo esto fue muy triste y no puedo entender cómo es que no te afecta... A veces me asustas - ella se empezó a reír.
- Ay Joe, veo que no me conoces...- la miré confundido - Eso ya no importa, vete por favor...- me abrió la puerta y me saludó con su mano mientras caminaba hacia el ascensor con el corazón partido... Pero... ¿Era a mi al que le afectaba? ¿Yo quería esa niña? Aunque había creído que nada de ella me importaba, ese vientre era lo único que me mantenía cuerdo en esa casa y no sabía por qué... Había creído que ese bebé no era mio y cuando supe que llevaba mi sangre, se me escapó de los brazos... Un suspiro profundo hizo eco en el gran ascensor, abriéndose sus puertas junto a una alarma chillona...
Mi valija terminó en los asientos traseros a raíz de un lanzamiento desganado y otro suspiro, uno cansado. Me senté y cerré la puerta con fuerza y mis brazos cayeron en el volante junto con mi cabeza sobre ellos.
El llanto surgía desde el fondo de mi cuerpo y mi corazón...
<< Adelaine Jonas...>>
Mi rumbo fue directo a la casa de Dayna, aunque mi estado no era muy bueno, la necesitaba más que nunca. Traté enjugar mis lágrimas y ser fuerte con este tema... Ya no había nada qué hacer...
Eran las cuatro de la mañana y no dejaba de moverme en la penunbra de mi cuarto. Me sentía nerviosa o más bien, sola... Si hace menos de dos horas estaba con Joseph y ahora tenía el presentimiento de que no volvería a estar conmigo.
- Va a tener una familia, un hijo... Él tiene que estar con esa criatura - quedé pensante mientras me dejaba caer sobre las sábanas al haber terminado de cambiarme con el pijama.
- Tengo que aceptar la vida que le tocó y que me toca a mi...- bufé triste y hundí mi cabeza en los almohadones, pero mi celular me desconcentró... Lo tomé entre mis manos y decía: "Número desconocido"
- ¡Qué raro! - miré confundida el celular y decidí atender
<< Debe ser alguien equivocado...>>
- Buenas noches, preciosa - una voz ronca y masculina retumbó en mi oído y fue directamente a ocasionarme nervios.
- Francis...- dije con voz queda.
- ¡Correcto! - exclamó de una forma burlona - te acabas de ganar una noche con tu inolvidable hombre...
Lo primero que se me vino a la cabeza fue colgarle el teléfono pero mis manos se habían congelado con sólo su presencia vocal.
- Mejor, no molestes...- dije de una vez con valentía.
- Esa no es una linda forma de contestar, princesa - lo decía para molestarme y en verdad, eso dolía despues de los dos años que le había dedicado y los que en un segundo se fueron al drenaje. No tenía derecho en atormentar mi vida.
- No te mereces mi respeto como yo lo merecía cuando estábamos juntos - exclamé cansada de su seguidilla de molestias - Ya no eres ni una milésima parte de mi vida y por suerte, puedo vivir sabiendo que lo que me hiciste fue lo correcto para encontrar a la persona que en verdad amo...- estaba orgullosa de todo lo que estaba diciendo. Por tantos años me había tenido arrastrándome por él y satisfaciéndolo, pero ahora, él era el miserable que dependía de mi...
- No me trates así, sólo quiero que me perdones - gimoteó con un tono aguado y misericordioso. Mis ojos se movían de un lado al otro, ya sin saber qué decirle.
- ¿Qué te perdone qué?¿Que gracias a que me engañaste, conocí al hombre más maravilloso del mundo? - le dije con un tono sonriente y devolviéndole todo lo que me lastimó, me dejó y me humilló... Estaba pagando por todo, aunque no en el sentido de engañarlo, sino que el destino irá tomando revancha.
- Ese jefesito afeminado que te debes...
- ¡No digas nada de lo que se te pasó por la mente! Siempre tan estúpido... Además, si yo quiero acostarme con él, lo hago - lo interrumpí enojada y le contesté con una sonrisa malévola con aire de victoria.
- Jonas va a quererse morir cuando estés conmigo y ya que no acepto el trato empresarial, iré por algún lado que le duela - al escuchar esas palabras, mi cuerpo se tensó en preocupación... ¿Qué me haría o qué le haría a Joe?
- ¿Crees que tus amenazas sirven? - le contesté tratando de que mi compostura vuelva ante el miedo.
- No son amenazas, son hechos. Estarás conmigo sea como sea, yo lo presiento... Siempre me amaste y siempre lo harás aunque me equivoque toda la vida...- me decía suavemente. Empecé a llorar desconsolada y le corté con furia. Un grito desgarrador sobresaltó de mi boca y me dejé caer de nuevo sobre la cama...
<< Yo te he amado, Francis, con todo mi corazón... Pero ahora Joseph es mi vida y es dueño de él...>>
Mis sollozos fueron interrumpidos por un ruido en la entrada de mi casa. Corrí a la ventana y vi como una camioneta idéntica a la de Joe estacionaba en la puerta de mi garage. Era él... ¿Qué hacía aquí? El verlo con una valija, caminando hacia mi puerta, volví con las corridas, pero esta vez hacia la puerta...
- ¡Joseph! - abrí la puerta y al verlo, sólo pude abrazarlo fuerte. Él me mantuvo fuertemente en sius brazos en la fría madrugada, sintiendo como el calor volvía a mi cuerpo. Sus manos se hundieron en mi pelo suelto y sus labios se aferraron a los míos.
- Hermosa... Cariño... Dayns...- suspiraba entre besos, pero me aparté al sentir que su rostro estaba húmedo. Lo miré a los ojos y estos estaban algo hinchados y sombríos.
- ¿Qué te pasó? - quedé pálida. Él bajó sus ojos al suelo y no me contestó aunque se veía la intención de decirme.
- No lo sé, no sé por qué estoy así de mal si yo no lo quería tener...- quedé confundida.
- No te entiendo...- negaba con mi cabeza mientras él parecía estar destrozado - Entremos, adentro está prendida la chimenea...
Lentamente entró de la mano conmigo....
Comenten y sigan leyendo :D
- No sé, todo esto fue muy triste y no puedo entender cómo es que no te afecta... A veces me asustas - ella se empezó a reír.
- Ay Joe, veo que no me conoces...- la miré confundido - Eso ya no importa, vete por favor...- me abrió la puerta y me saludó con su mano mientras caminaba hacia el ascensor con el corazón partido... Pero... ¿Era a mi al que le afectaba? ¿Yo quería esa niña? Aunque había creído que nada de ella me importaba, ese vientre era lo único que me mantenía cuerdo en esa casa y no sabía por qué... Había creído que ese bebé no era mio y cuando supe que llevaba mi sangre, se me escapó de los brazos... Un suspiro profundo hizo eco en el gran ascensor, abriéndose sus puertas junto a una alarma chillona...
Mi valija terminó en los asientos traseros a raíz de un lanzamiento desganado y otro suspiro, uno cansado. Me senté y cerré la puerta con fuerza y mis brazos cayeron en el volante junto con mi cabeza sobre ellos.
El llanto surgía desde el fondo de mi cuerpo y mi corazón...
<< Adelaine Jonas...>>
Mi rumbo fue directo a la casa de Dayna, aunque mi estado no era muy bueno, la necesitaba más que nunca. Traté enjugar mis lágrimas y ser fuerte con este tema... Ya no había nada qué hacer...
Eran las cuatro de la mañana y no dejaba de moverme en la penunbra de mi cuarto. Me sentía nerviosa o más bien, sola... Si hace menos de dos horas estaba con Joseph y ahora tenía el presentimiento de que no volvería a estar conmigo.
- Va a tener una familia, un hijo... Él tiene que estar con esa criatura - quedé pensante mientras me dejaba caer sobre las sábanas al haber terminado de cambiarme con el pijama.
- Tengo que aceptar la vida que le tocó y que me toca a mi...- bufé triste y hundí mi cabeza en los almohadones, pero mi celular me desconcentró... Lo tomé entre mis manos y decía: "Número desconocido"
- ¡Qué raro! - miré confundida el celular y decidí atender
<< Debe ser alguien equivocado...>>
- Buenas noches, preciosa - una voz ronca y masculina retumbó en mi oído y fue directamente a ocasionarme nervios.
- Francis...- dije con voz queda.
- ¡Correcto! - exclamó de una forma burlona - te acabas de ganar una noche con tu inolvidable hombre...
Lo primero que se me vino a la cabeza fue colgarle el teléfono pero mis manos se habían congelado con sólo su presencia vocal.
- Mejor, no molestes...- dije de una vez con valentía.
- Esa no es una linda forma de contestar, princesa - lo decía para molestarme y en verdad, eso dolía despues de los dos años que le había dedicado y los que en un segundo se fueron al drenaje. No tenía derecho en atormentar mi vida.
- No te mereces mi respeto como yo lo merecía cuando estábamos juntos - exclamé cansada de su seguidilla de molestias - Ya no eres ni una milésima parte de mi vida y por suerte, puedo vivir sabiendo que lo que me hiciste fue lo correcto para encontrar a la persona que en verdad amo...- estaba orgullosa de todo lo que estaba diciendo. Por tantos años me había tenido arrastrándome por él y satisfaciéndolo, pero ahora, él era el miserable que dependía de mi...
- No me trates así, sólo quiero que me perdones - gimoteó con un tono aguado y misericordioso. Mis ojos se movían de un lado al otro, ya sin saber qué decirle.
- ¿Qué te perdone qué?¿Que gracias a que me engañaste, conocí al hombre más maravilloso del mundo? - le dije con un tono sonriente y devolviéndole todo lo que me lastimó, me dejó y me humilló... Estaba pagando por todo, aunque no en el sentido de engañarlo, sino que el destino irá tomando revancha.
- Ese jefesito afeminado que te debes...
- ¡No digas nada de lo que se te pasó por la mente! Siempre tan estúpido... Además, si yo quiero acostarme con él, lo hago - lo interrumpí enojada y le contesté con una sonrisa malévola con aire de victoria.
- Jonas va a quererse morir cuando estés conmigo y ya que no acepto el trato empresarial, iré por algún lado que le duela - al escuchar esas palabras, mi cuerpo se tensó en preocupación... ¿Qué me haría o qué le haría a Joe?
- ¿Crees que tus amenazas sirven? - le contesté tratando de que mi compostura vuelva ante el miedo.
- No son amenazas, son hechos. Estarás conmigo sea como sea, yo lo presiento... Siempre me amaste y siempre lo harás aunque me equivoque toda la vida...- me decía suavemente. Empecé a llorar desconsolada y le corté con furia. Un grito desgarrador sobresaltó de mi boca y me dejé caer de nuevo sobre la cama...
<< Yo te he amado, Francis, con todo mi corazón... Pero ahora Joseph es mi vida y es dueño de él...>>
Mis sollozos fueron interrumpidos por un ruido en la entrada de mi casa. Corrí a la ventana y vi como una camioneta idéntica a la de Joe estacionaba en la puerta de mi garage. Era él... ¿Qué hacía aquí? El verlo con una valija, caminando hacia mi puerta, volví con las corridas, pero esta vez hacia la puerta...
- ¡Joseph! - abrí la puerta y al verlo, sólo pude abrazarlo fuerte. Él me mantuvo fuertemente en sius brazos en la fría madrugada, sintiendo como el calor volvía a mi cuerpo. Sus manos se hundieron en mi pelo suelto y sus labios se aferraron a los míos.
- Hermosa... Cariño... Dayns...- suspiraba entre besos, pero me aparté al sentir que su rostro estaba húmedo. Lo miré a los ojos y estos estaban algo hinchados y sombríos.
- ¿Qué te pasó? - quedé pálida. Él bajó sus ojos al suelo y no me contestó aunque se veía la intención de decirme.
- No lo sé, no sé por qué estoy así de mal si yo no lo quería tener...- quedé confundida.
- No te entiendo...- negaba con mi cabeza mientras él parecía estar destrozado - Entremos, adentro está prendida la chimenea...
Lentamente entró de la mano conmigo....
Comenten y sigan leyendo :D
Etiquetas:
amor,
besos,
casa,
decisión,
dj danger,
historia,
joe jonas,
jonas brothers,
nove,
noviazgo,
Nuevo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
segunda nove,
sentimientos
15 de mayo de 2011
Capítulo 34 (Parte II): ¿Qué podiá decirle?
- No quiero que te vayas...- me hundí en las sábanas con una expresión desganada. Él me miró con una sonrisa ladeada, observando cómo se colocaba la camisa con desgano, mirando hacia el suelo.
- Yo tampoco quiero irme, pero sabes lo que me espera si desaparezco - hizo la última torzada en su corbata y se aproximó a mi cama. Apoyó las rodillas hundiéndose en el colchón, casimente encima mío. Colocó sus brazos a cada lado de mi cintura y sus oliváceos ojos dibujaron un destello de tranquilidad en mí.
- Lo sé - mascullé frustada.
- Bueno, me tengo que ir, ya es muy tarde...- dijo y se trató de levantar. Lo tomé de la corbata fuertemente y lo había atraído a mi. Le sonreí con picardía.
Joseph se reía bajamente, mostrándome sus dientes perlados en una risa profunda.
- Siempre igual...- sus labios se posaron en mi mejilla.
- Por suerte, volvía a ser la misma - le suspiré cercana a su rostro y lo acorralé con un beso profundo, escuchándolo suspirar con el contacto, un suspiro provechoso y tierno. Abrió sus ojos ante la distancia del calor de mis labios, volvió negando con su cabeza a caer en mi boca.
- "No puedo saciar mis más remotos sentimientos con unos fogosos besos, pero deberé perseverar hasta volver de la frontera y regresar virtuoso de reclamar tu amor... " - profesó y me besó románticamente como si fuera un guerrero de antaño marchando hacia una batalla, dejándome más de cien suspiros en mi dormitorio al verlo salir por la puerta, que entre-abierta, me dejaba la fría imagen de Joseph yéndose de mi lado hasta desaparecer junto a los rechinidos de los escalones y el ruido de la puerta cerrando en el silencio de la noche que me esperaba sola...
Nunca me había dolido tanto el corazón como dejar sola a Dayna tras mis espaldas y menos por Susan. Ni bien empecé a conducir hacia el apartamento, esperando que ella esté sumamente dormida, decidí prender mi celular en el freno de un semáforo en rojo.
Quedé fijo a la insulsa foto que se encontraba de fondo de pantalla, ya que hace unos meses se encontraba Dayna sonriendo en mis brazos... Aunque debía controlarme, debía focalizar en que tendría que cambiar todo antes de volverme loco. En ese momento, empezaba a odiar la foto de ese perrito en mi celular.
Pero prontamente y después de tantos insultos hacia el pobre cachorro que comí su hueso en pantalla, empezaron a saltar los mensajes.
El semáforo empezaba a dar en verde, arrancando con tranquilidad y mirando entre segundos los diferentes mails y mensajes...
Instintivamente presioné el freno con toda mi fuerza a causa de lo que mis ojos leían. Quedé perturbado en un instante:
- Joseph, me he caído en el pasillo de entrada... Por favor, tienes que llegar a casa.
Mi casilla tenía más de siete mensajes de Sue, pero al leer el último, cerré los ojos y decidí no releerlo, era lo mejor.
Aceleré rápidamente.
Muchas cosas pasaban por mi mente, iba cada vez más rápido y ni bien llegué a la puerta del edificio, dejé el coche estacionado en la calle.
<< ¿Por qué tiene que pasar esto? Todo me pasa a mi...>>
Abrí al puerta un poco más calmado, por el bien de ella... La cerré despacio, casi sin escucharse y me dirigí al dormitorio.
Me asomé por la puerta casimente toda abierta y la encontré mirando televisón sobre la gran cama.
- Hola...- dije despacio.
Ella sonrió un poco y me señaló el colchón.
- Ven aquí, ya es tarde...- me hablaba como si nada.
Sólo quedé parado al lado del lugar vacío y la miré por un largo tiempo.
¿Qué le podía decir?
- Me he enterado...- dije con dificultad sobre el tema - ¿No piensas nombrarlo?
Ella, secamente me desafió con la mirada.
- ¿Qué te puedo decir?...- subió los hombros y sonrió de costado - Las cosas pasan y hay que saber seguir adelante ¿no?- se acomodó en la cama, sentada con las piernas cruzadas. La miraba confundido, mientras ella sonreía cínicamente con la mirada perdida en los pliegues de la cama.
- Pero acabas de perder al bebé...- dije en shock. No dijo nada y se tomó su tiempo para contestar.
- ¿Y quién lo quería? Más exactamente... Nadie quería saber sobre ella - se acomodó el cabello - Ni tú la aceptabas y yo estaba indiferente con este tema... Seamos sinceros, fue un estorbo todo estos meses...
Sus palabras eran dagas en mi cuerpo...
- Por eso - volvió a hablar entre mi shock - Ya no me interesa tenerte aquí como un cadáver en mi cama si ya no hay excusa para retenerte... Me has cansado y te juro, me dolía más estar contigo que ahora que me desligo de ti - no podía creer que en una mente tan limitada entre tanto morbo y ninguna pizca de compasión, ni a ella misma.
- Te has vuelto loca...- sólo pude modular.
- No lo creas, estoy muy lúcida, por suerte...- sopló con una sonrisa - Ya quedas libre de mi y ella quedó libre de ti...
- ¿Era niña? - mis ojos se cristabilizaban. Ella asintió su cabeza.
- Y lo mejor es que era tuya... Adeline, era tuya...- se le cayó una lágrima al pronunciar ese suave nombre. Sabía que estaba batallando contra todo, como siempre se hacía la fuerte desinteresada... Esto era más fuerte que cualquier capricho, era una vida.
Caí sentado en la cama, hundiendo mi cabeza entre mis manos, con los brazos apoyados en mis rodillas, metido en una encrucijada de sensaciones de penuria y devastadora tristeza.
<< Era mía...>>
- Ahora...- dijo Sue y tragó saliva - Puedes irte con Dayna...- cruzó sus brazos debajo de su busto y trató de aclararse la garganta con una pequeña tos - Ella merece una familia contigo, yo no... Yo necesito libertad...
- Yo sé lo que duele, Sue... Lo estoy viviendo y sintiendo igual que tú en este momento... Todavía no caigo...- traté de reincorporarme.
- No digas nada y sólo vete...- dijo perfilando hacia el clóset y guardando mi ropa en un bolso. Ella volvió a mi con el bolso y me sonrió:- Espero que la hagas felíz a Dayna...
<< Es lo que más quiero...>>

Capítulo triste y muy crucial :(
Comentan y Sigan leyendo... (Merezco muchos comentarios :P)
- Yo tampoco quiero irme, pero sabes lo que me espera si desaparezco - hizo la última torzada en su corbata y se aproximó a mi cama. Apoyó las rodillas hundiéndose en el colchón, casimente encima mío. Colocó sus brazos a cada lado de mi cintura y sus oliváceos ojos dibujaron un destello de tranquilidad en mí.
- Lo sé - mascullé frustada.
- Bueno, me tengo que ir, ya es muy tarde...- dijo y se trató de levantar. Lo tomé de la corbata fuertemente y lo había atraído a mi. Le sonreí con picardía.
Joseph se reía bajamente, mostrándome sus dientes perlados en una risa profunda.
- Siempre igual...- sus labios se posaron en mi mejilla.
- Por suerte, volvía a ser la misma - le suspiré cercana a su rostro y lo acorralé con un beso profundo, escuchándolo suspirar con el contacto, un suspiro provechoso y tierno. Abrió sus ojos ante la distancia del calor de mis labios, volvió negando con su cabeza a caer en mi boca.
- "No puedo saciar mis más remotos sentimientos con unos fogosos besos, pero deberé perseverar hasta volver de la frontera y regresar virtuoso de reclamar tu amor... " - profesó y me besó románticamente como si fuera un guerrero de antaño marchando hacia una batalla, dejándome más de cien suspiros en mi dormitorio al verlo salir por la puerta, que entre-abierta, me dejaba la fría imagen de Joseph yéndose de mi lado hasta desaparecer junto a los rechinidos de los escalones y el ruido de la puerta cerrando en el silencio de la noche que me esperaba sola...
Nunca me había dolido tanto el corazón como dejar sola a Dayna tras mis espaldas y menos por Susan. Ni bien empecé a conducir hacia el apartamento, esperando que ella esté sumamente dormida, decidí prender mi celular en el freno de un semáforo en rojo.
Quedé fijo a la insulsa foto que se encontraba de fondo de pantalla, ya que hace unos meses se encontraba Dayna sonriendo en mis brazos... Aunque debía controlarme, debía focalizar en que tendría que cambiar todo antes de volverme loco. En ese momento, empezaba a odiar la foto de ese perrito en mi celular.
Pero prontamente y después de tantos insultos hacia el pobre cachorro que comí su hueso en pantalla, empezaron a saltar los mensajes.
El semáforo empezaba a dar en verde, arrancando con tranquilidad y mirando entre segundos los diferentes mails y mensajes...
Instintivamente presioné el freno con toda mi fuerza a causa de lo que mis ojos leían. Quedé perturbado en un instante:
- Joseph, me he caído en el pasillo de entrada... Por favor, tienes que llegar a casa.
Mi casilla tenía más de siete mensajes de Sue, pero al leer el último, cerré los ojos y decidí no releerlo, era lo mejor.
Aceleré rápidamente.
Muchas cosas pasaban por mi mente, iba cada vez más rápido y ni bien llegué a la puerta del edificio, dejé el coche estacionado en la calle.
<< ¿Por qué tiene que pasar esto? Todo me pasa a mi...>>
Abrí al puerta un poco más calmado, por el bien de ella... La cerré despacio, casi sin escucharse y me dirigí al dormitorio.
Me asomé por la puerta casimente toda abierta y la encontré mirando televisón sobre la gran cama.
- Hola...- dije despacio.
Ella sonrió un poco y me señaló el colchón.
- Ven aquí, ya es tarde...- me hablaba como si nada.
Sólo quedé parado al lado del lugar vacío y la miré por un largo tiempo.
¿Qué le podía decir?
- Me he enterado...- dije con dificultad sobre el tema - ¿No piensas nombrarlo?
Ella, secamente me desafió con la mirada.
- ¿Qué te puedo decir?...- subió los hombros y sonrió de costado - Las cosas pasan y hay que saber seguir adelante ¿no?- se acomodó en la cama, sentada con las piernas cruzadas. La miraba confundido, mientras ella sonreía cínicamente con la mirada perdida en los pliegues de la cama.
- Pero acabas de perder al bebé...- dije en shock. No dijo nada y se tomó su tiempo para contestar.
- ¿Y quién lo quería? Más exactamente... Nadie quería saber sobre ella - se acomodó el cabello - Ni tú la aceptabas y yo estaba indiferente con este tema... Seamos sinceros, fue un estorbo todo estos meses...
Sus palabras eran dagas en mi cuerpo...
- Por eso - volvió a hablar entre mi shock - Ya no me interesa tenerte aquí como un cadáver en mi cama si ya no hay excusa para retenerte... Me has cansado y te juro, me dolía más estar contigo que ahora que me desligo de ti - no podía creer que en una mente tan limitada entre tanto morbo y ninguna pizca de compasión, ni a ella misma.
- Te has vuelto loca...- sólo pude modular.
- No lo creas, estoy muy lúcida, por suerte...- sopló con una sonrisa - Ya quedas libre de mi y ella quedó libre de ti...
- ¿Era niña? - mis ojos se cristabilizaban. Ella asintió su cabeza.
- Y lo mejor es que era tuya... Adeline, era tuya...- se le cayó una lágrima al pronunciar ese suave nombre. Sabía que estaba batallando contra todo, como siempre se hacía la fuerte desinteresada... Esto era más fuerte que cualquier capricho, era una vida.
Caí sentado en la cama, hundiendo mi cabeza entre mis manos, con los brazos apoyados en mis rodillas, metido en una encrucijada de sensaciones de penuria y devastadora tristeza.
<< Era mía...>>
- Ahora...- dijo Sue y tragó saliva - Puedes irte con Dayna...- cruzó sus brazos debajo de su busto y trató de aclararse la garganta con una pequeña tos - Ella merece una familia contigo, yo no... Yo necesito libertad...
- Yo sé lo que duele, Sue... Lo estoy viviendo y sintiendo igual que tú en este momento... Todavía no caigo...- traté de reincorporarme.
- No digas nada y sólo vete...- dijo perfilando hacia el clóset y guardando mi ropa en un bolso. Ella volvió a mi con el bolso y me sonrió:- Espero que la hagas felíz a Dayna...
<< Es lo que más quiero...>>

Capítulo triste y muy crucial :(
Comentan y Sigan leyendo... (Merezco muchos comentarios :P)
Etiquetas:
besos,
casa,
decisión,
dj danger,
engaños,
historia,
joe jonas,
jonas brothers,
nove joe,
noviazgo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
se termina,
segunda nove,
sentimientos,
timidez
13 de mayo de 2011
Capítulo 34 (Parte I): Conflictos por amarte...
Pasados unos cuatro minutos en el living, ya no nos habíamos podido contener... Había extrañado mucho a ese hombre, ese que me hacía extasiar en deseo y amor. Así lo hizo, haciéndome el amor como nunca pensé que podría. Debe haber sido la necesidad de tenerlo conmigo que me llevó a tantos orgasmos y tanta pasión. Ni me conocía en ese momento junto a él...
Recostados y abrazados, quedamos hablando...
- Eres preciosa - besó mi nariz y me sonrió levemente, hablando con un tono bajo. Lo miré a los ojos y él volvía a ser la persona de la que yo estaba enamorada, la persona que se colgaba del balcón para verme, que me sonreía todas las noches y me amaba con tanto sentimiento. Él no me soltaba, me tenía pegada a su cuerpo, entre las frazadas, arropada de una forma que extrañaba.
Le sonreí ilusionada y hundida en mi mejor sueño...
- Te he extrañado tanto - dije mientras mis ojos trataban de no colapsar en llanto, era increíble estar con Joseph una vez más. Lo abracé con todas mis fuerzas, cerrando los ojos y tratando de conciliar la cordura aunque su perfume no me dejaba.
- Yo también, estos meses fueron una pesadilla...- suspiró seriamente, hundiendo sus dedos en mi cabello y acariciando mi cabeza. bajando por mi cuello hasta ahuecar su mano en mis caderas.
- Ni lo menciones, fue horrendo - cerré los ojos, tratando de canalizar lo que estaba viviendo y no lo que se avecinaba.
- Espero que entiendas que debo arreglar muchas cosas antes de volver contigo...- dijo triste, aunque era lo que menos quería acordarse. Lo miré y traté de respirar sin dificultad... Me acerqué a su rostro y lo besé profundamente.
- Tómate el tiempo que quieras, pero no me dejes sola, Joe - volví a llenar mis labios con los suyos.
- Nunca más, Dayns... Te amo mucho - sus ojos se encargaron de quedarse inmóviles, observándome con atención, un brillo espeso y destellante.
No le contesté, sólo lo abracé y besé su pecho.
- Yo también - susurré bajamente y me quedé sobre su cuerpo, anhelando tenerlo allí en mi cama para el resto de mi vida.
-¿¡Dónde está cuando lo necesito!? - gritaba ferozmente acostada en su cama, sabiendo muy bien donde se podía estar su novio, el padre de su hija... Si, esa mañana gracias a una ecografía que Joseph había decidido ausentarse, había encontrado en su vientre una sana niña de cuatro meses... Había pensado varios nombres durante el día y estaba muy emocionada de comentárselo a él, pero nunca se hubiese imaginado que en ese día también podría ser el fin de su embarazo...
Ella no dejaba de llorar. Joe no volvía y ya eran las siete de la tarde.
Aunque el doctor ´la había medicado y pedido que repose, ella no se quedaría tranquila, presintiendo que Joseph la estaba engañando...
- ¡Dayna...!¡Te odio, maldita perra! - tomó su lámpara de mesa y la arrojó contra la pared, jurando vengarse por su orgullo y el respeto de su hija...
Continuará...
Comenten y sigan leyendo :D
Recostados y abrazados, quedamos hablando...
- Eres preciosa - besó mi nariz y me sonrió levemente, hablando con un tono bajo. Lo miré a los ojos y él volvía a ser la persona de la que yo estaba enamorada, la persona que se colgaba del balcón para verme, que me sonreía todas las noches y me amaba con tanto sentimiento. Él no me soltaba, me tenía pegada a su cuerpo, entre las frazadas, arropada de una forma que extrañaba.
Le sonreí ilusionada y hundida en mi mejor sueño...
- Te he extrañado tanto - dije mientras mis ojos trataban de no colapsar en llanto, era increíble estar con Joseph una vez más. Lo abracé con todas mis fuerzas, cerrando los ojos y tratando de conciliar la cordura aunque su perfume no me dejaba.
- Yo también, estos meses fueron una pesadilla...- suspiró seriamente, hundiendo sus dedos en mi cabello y acariciando mi cabeza. bajando por mi cuello hasta ahuecar su mano en mis caderas.
- Ni lo menciones, fue horrendo - cerré los ojos, tratando de canalizar lo que estaba viviendo y no lo que se avecinaba.
- Espero que entiendas que debo arreglar muchas cosas antes de volver contigo...- dijo triste, aunque era lo que menos quería acordarse. Lo miré y traté de respirar sin dificultad... Me acerqué a su rostro y lo besé profundamente.
- Tómate el tiempo que quieras, pero no me dejes sola, Joe - volví a llenar mis labios con los suyos.
- Nunca más, Dayns... Te amo mucho - sus ojos se encargaron de quedarse inmóviles, observándome con atención, un brillo espeso y destellante.
No le contesté, sólo lo abracé y besé su pecho.
- Yo también - susurré bajamente y me quedé sobre su cuerpo, anhelando tenerlo allí en mi cama para el resto de mi vida.
-¿¡Dónde está cuando lo necesito!? - gritaba ferozmente acostada en su cama, sabiendo muy bien donde se podía estar su novio, el padre de su hija... Si, esa mañana gracias a una ecografía que Joseph había decidido ausentarse, había encontrado en su vientre una sana niña de cuatro meses... Había pensado varios nombres durante el día y estaba muy emocionada de comentárselo a él, pero nunca se hubiese imaginado que en ese día también podría ser el fin de su embarazo...
Ella no dejaba de llorar. Joe no volvía y ya eran las siete de la tarde.
Aunque el doctor ´la había medicado y pedido que repose, ella no se quedaría tranquila, presintiendo que Joseph la estaba engañando...
- ¡Dayna...!¡Te odio, maldita perra! - tomó su lámpara de mesa y la arrojó contra la pared, jurando vengarse por su orgullo y el respeto de su hija...
Continuará...
Comenten y sigan leyendo :D
Etiquetas:
amor,
besos,
decisión,
dj danger,
historia,
joe jonas,
jonas brothers,
nove joe,
relaciones,
se termina,
segunda nove,
sentimientos,
timidez,
vacaciones,
vida
30 de abril de 2011
Capítulo 33: Remordimientos sin sentido
- ¿Por qué hiciste eso? - sin aliento, todavía próximo a mis labios, musitó en shock.
Lo único que podía y quería hacer era sonreírle. Suavemente, su mano acariciaba mi rostro, mientras sus ojos seguían perfectamente fijos a los míos.
- Creo que es hora de que me vaya...- me levanté rápidamente de su lado, acomodándome la ropa, casi queriendo escapar de esa situación. Él me tomó la mano.
- No, por favor - dijo devastado - No te vayas...
- Pero tú debes irte también, es tarde y tengo cosas que hacer...- se paró y me enfrentó, otra vez con su boca a centímetros de la mía.
- Dime cuáles son esos planes y me iré sin decir nada al respecto.
Tenía el arte de dejarme espasamada ante su voz, pero tenía que enfrentar todo sentimiento.
- Tengo que salir con unas amigas...
- Mentira - exclamó un poco molesto - No tienes amigas en la ciudad...- me tomó la mano suavemente y se la llevó a su boca.
Quedé mirándolo, sintiendo sus besos bajo mi piel que se erizaba con el mínimo toque de él.
- No sabes nada sobre mi vida... Hace meses no sabes nada de mi - traté de alejarme, pero Joseph estaba seguro de que desistiría.
- Te necesito, Dayns. Estoy destruído, vivo en una vida sin sentido, gris, todo a mi alrededor me está destruyendo...- sus ojos se ensombrecieron de golpe como cuando tenía el arma en sus manos.
- Yo no soy la indicada para ayudarte - objeté confundida, percibiendo que el dolor de rechazarlo me estaba haciendo muhco daño.
Joseph había soltado mi mano con un aire resignado.
- Tengo miedo de volver a caer en la tentación...- miró disimuladamente el arma sobre el estante. Me acerqué nerviosa hacia él antes de que la tome en sus dedos.
- ¡Nooo! - dije desesperada por lo que veía en sus pupilas era algo sanguinario, algo que nunca habiasto. Se lo estaba consumiendo un tipo de depresión, algo que mataba cada rastro de su forma de ser, casi quedando como una sombra entre la gente.
- Déjame, no quiero vivir para verme casado con Susan, ni para tener que vivir lejos de ti mientras encuentras a alguien más y vives tu vida sin mi...- estaba nervioso, sus ojos sollozaban. Era un momento turbio y extremadamente triste.
- No te cases con ella...- se escapó de mi boca. Eso era lo que más quería.
- Lo her pensado, pero su familia es muy conservadora - bajó sus ojos al suelo. Se veía que no daba más con nada, no tenía energía ni para respirar y eso me preocupaba.
No dudé en hacer lo que sentía, buscando de nuevo con mis labios los suyos... Lo abracé desde el cuello y callé todo... Por un momento, sólo éramos nosotros...
Me besaba con tanta exigencia y necesidad, pegándome hacia él con sus brazos que recorrían mi cintura. Era una de las cosas que más necesitaba y al fin, después de tanto tiempo, lo tenía conmigo...
Aunque la idea sonaba un tanto loca, acepté que me acompañe a mi casa.
Me llevó en su auto, tomados de la mano...
- ¿Y qué harás con Sue? - todo no era un cuento de hadas.
- Nada, todavía no tengo nada pensado más que estar contigo....- eso me trajo una sensación muy linda, pero estaba preocupada. Él tenía un hijo en camino y yo no quería separarlos, sé que Susan si se enterara de que estaba con él, no lo dejaría ni ver al bebé...
- Pero... ¿Y tu bebé? - lo miré tristemente.
- En estas circunstancias, no sé si es mío... Tengo mis dudas. A Sue la llaman mucho y son muy enigmáticas esas llamadas, no me quiere decir quiénes son los que no dejan su celular en paz, se pone nerviosa y cambia de tema...- se veía tan afligido.
- No puedo objetar nada, no es de mi incombencia.
- Mejor, olvidémosnos de ella por unas horas y disfrutemos de estar juntos...- me besó con ternura y bajó del auto. Habíamos llegado a mi casa...
Sigan leyendo y Comenten lindo :D
Lo único que podía y quería hacer era sonreírle. Suavemente, su mano acariciaba mi rostro, mientras sus ojos seguían perfectamente fijos a los míos.
- Creo que es hora de que me vaya...- me levanté rápidamente de su lado, acomodándome la ropa, casi queriendo escapar de esa situación. Él me tomó la mano.
- No, por favor - dijo devastado - No te vayas...
- Pero tú debes irte también, es tarde y tengo cosas que hacer...- se paró y me enfrentó, otra vez con su boca a centímetros de la mía.
- Dime cuáles son esos planes y me iré sin decir nada al respecto.
Tenía el arte de dejarme espasamada ante su voz, pero tenía que enfrentar todo sentimiento.
- Tengo que salir con unas amigas...
- Mentira - exclamó un poco molesto - No tienes amigas en la ciudad...- me tomó la mano suavemente y se la llevó a su boca.
Quedé mirándolo, sintiendo sus besos bajo mi piel que se erizaba con el mínimo toque de él.
- No sabes nada sobre mi vida... Hace meses no sabes nada de mi - traté de alejarme, pero Joseph estaba seguro de que desistiría.
- Te necesito, Dayns. Estoy destruído, vivo en una vida sin sentido, gris, todo a mi alrededor me está destruyendo...- sus ojos se ensombrecieron de golpe como cuando tenía el arma en sus manos.
- Yo no soy la indicada para ayudarte - objeté confundida, percibiendo que el dolor de rechazarlo me estaba haciendo muhco daño.
Joseph había soltado mi mano con un aire resignado.
- Tengo miedo de volver a caer en la tentación...- miró disimuladamente el arma sobre el estante. Me acerqué nerviosa hacia él antes de que la tome en sus dedos.
- ¡Nooo! - dije desesperada por lo que veía en sus pupilas era algo sanguinario, algo que nunca habiasto. Se lo estaba consumiendo un tipo de depresión, algo que mataba cada rastro de su forma de ser, casi quedando como una sombra entre la gente.
- Déjame, no quiero vivir para verme casado con Susan, ni para tener que vivir lejos de ti mientras encuentras a alguien más y vives tu vida sin mi...- estaba nervioso, sus ojos sollozaban. Era un momento turbio y extremadamente triste.
- No te cases con ella...- se escapó de mi boca. Eso era lo que más quería.
- Lo her pensado, pero su familia es muy conservadora - bajó sus ojos al suelo. Se veía que no daba más con nada, no tenía energía ni para respirar y eso me preocupaba.
No dudé en hacer lo que sentía, buscando de nuevo con mis labios los suyos... Lo abracé desde el cuello y callé todo... Por un momento, sólo éramos nosotros...
Me besaba con tanta exigencia y necesidad, pegándome hacia él con sus brazos que recorrían mi cintura. Era una de las cosas que más necesitaba y al fin, después de tanto tiempo, lo tenía conmigo...
Aunque la idea sonaba un tanto loca, acepté que me acompañe a mi casa.
Me llevó en su auto, tomados de la mano...
- ¿Y qué harás con Sue? - todo no era un cuento de hadas.
- Nada, todavía no tengo nada pensado más que estar contigo....- eso me trajo una sensación muy linda, pero estaba preocupada. Él tenía un hijo en camino y yo no quería separarlos, sé que Susan si se enterara de que estaba con él, no lo dejaría ni ver al bebé...
- Pero... ¿Y tu bebé? - lo miré tristemente.
- En estas circunstancias, no sé si es mío... Tengo mis dudas. A Sue la llaman mucho y son muy enigmáticas esas llamadas, no me quiere decir quiénes son los que no dejan su celular en paz, se pone nerviosa y cambia de tema...- se veía tan afligido.
- No puedo objetar nada, no es de mi incombencia.
- Mejor, olvidémosnos de ella por unas horas y disfrutemos de estar juntos...- me besó con ternura y bajó del auto. Habíamos llegado a mi casa...
Sigan leyendo y Comenten lindo :D
Etiquetas:
amor,
besos,
decisión,
dj danger,
dudas,
engaños,
historia,
joe jonas,
jonas brothers,
kevin,
nick jonas,
nove,
noviazgo,
pareja,
relaciones,
segunda nove,
sentimientos,
timidez,
vida
12 de abril de 2011
Capítulo 32: El silencio del dolor
No faltaba mucho para volver a mi casa. Eso lo necesitaba junto a un calmante para el dolor de cabeza. La empresa parecía estar tranquila para ser martes, pero eso no me preocupaba mucho, al contrario, me ponía más calma y a pensar en otras cosas.
Ni bien terminé los últimos toques para mi balnce del mes, mientras apagaba la computadora, escuché un ruido fulminantemente estruendoso y terrorífico como... un arma...
Había sonado ese disparo como si hubiera sido en mi piso, asomándome por la puerta y sin encontrar a nadie, tan sólo la oficina de Joseph prendida... Un mal presentimiento se pasó por mi mente. Corrí hacia su puerta y al querer abrirla, estaba cerrada. La desesperación me empezaba a bombear por todo el cuerpo.
Tu:- ¡Joseph! - grité golpeando la gruesa puerta de madera con mi puño - ¿Estás ahí? - nadie contestaba. Volteé para ver si alguien pasaba por allí, pero parecía que nadie se había quedado. Empecé a golpear más fuerte y no había respuestas - Por favor, abre la maldita puerta - no sabía por qué, las lágrimas empezaban a invadirme el rostro, el miedo a lo que se me venía a la mente y todo tipo de mala sensación a causa de ese espantoso ruido de disparo... Rezaba para que no haya sido adentro de esas cuatro paredes, sólo necesitaba estar tranquila... Tomé el celular, mientras mis manos temblaban de miedo, marcando su número... Él no contestaba y lo peor era que estaba prendido...
Rendida y asustada, me dejé deslizar por la puerta, llorando de pánico:- Por favor, contéstame... Por favor...- repetía en llanto desconsolado, mientras todo parecía oscurecerse a la par de la noche. Quería que me contestara, que me dijera un "Hola" por lo menos, tenía miedo de lo que le pudiera suceder...- Joe, escúchame... Te amo. Si, como escuchaste...¡Te amo más de lo que crees, más de lo que ella te ama, más de lo que alguna vez creíste! Contéstame, dime que estás bien...- me ahogaba en desesperación, abrazando mis piernas en sollozo - Te amo, Joe...- dije con la voz temblada, casi imperceptible...
En eso, siento que la puerta se destraba... No dudé, aunque estaba aterrada, en pasar a la oficina de él... Entré despacio, las piernas parecían quebrarse de miedo, pero el alma me volvía al cuerpo...
Aunque fue muy shockeante verlo sentado en su alfombra, sin el saco y llorando como nunca lo había visto. Su cuerpo parecía exhausto, teniéndose la cabeza conuna mano y con la otra sosteniendo un revólver. Sus manos temblaban igual que las mías, estaba enojado, terriblemente en medio del cuarto... Estaba ahogado en sollozos fuertes...
Alzó los ojos ante los míos. Estaba tan aterrorizada con la imagen que veía, nunca me hubiera imaginado algo parecido. Su mirada perdida entre lágrimas y con la respiración agitada... Me dejé caer junto su cuerpo inmóvil, con la misma expresión de él, casi sin pestañear al mismo tiempo que trataba de quitarle el arma de su mano.
Tu:- Joe...- pude modular - Por favor, dame el revólver...- suavemente le imploré.
Tomé su mano casi en pánico, sintiendo el frío hierro de esa cosa desagradable, alejándome de él y mirando el cartucho... Estaba lleno, pero faltaba una bala... La dejé nerviosa sobre los estantes de carpetas y sin pensarlo, lo atrpé en mis brazos, arrodillada enfrente suyo. Él no parecía reaccionar pero yo necesitaba tenerlo conmigo, saber que estaba bien y que no había concretado una locura de la que ni yo hubiera sobrevivido.
Lentamente, aunque sin casi fuerzas, sus brazos me tomaron con sorpresa y en mi cuello, masculló dos palabras que me habían reconfortado.
Joe:- Te amo...- sus labios húmedos tomaron la piel de mi cuello. Toda esa escena era tan triste, pero habia sido una pesadilla hecha realidad. Tomé su rostro entre mis manos y le llené las mejillas y el cuello de besos, unos desesperados, dulces...
Tu:- Me has asustado ¿Qué se te pasó por la cabeza? - le murmuré con mis ojos fijos a los de él. No contestaba, me miraba con una depresión muy profunda en sus ojos.
Joe:- La simple idea...- respiró profundo mirando el suelo, cerrando sus ojos como si le costara decirlo. Tragó saliva y me volvió a observar con los ojos cristalizados - No esatr contigo me está matando lenta y dolorosamente...
Tu:- Pero no puedes hacerme esto...- cuando me dí cuenta de lo que dije, ya era tarde.
Él se quedó mirándome con asombro.
Joe:- Es que no quiero seguir viviendo si no eres tú la que esté a mi lado...- de vuelta, sus ojos se aguaban incesantemente en el silencio del piso totalmente vacío.
Tu:- Siempre va a estar el mismo problema en el medio, vas a ser padre - me paré tratando de volver a al realidad y los problemas que afectaban nuestra relación. Hizo lo mismo al ver mi reacción, fijándose a mis ojos.
Joe:- Lo sé, pero tengo la ligera sospecha que todo se ha vuelto una farsa en mi vida... Mi relación con Sue y hasta el hijo que lleva en su vientre - parecía decidido con sus decisiones. No entendía nada.
Tu:- No puedes decir esas cosas de tu propia mujer y menos decir algo parecido de tu hijo. Listo, no vale la pena ni matarte ni dejar a un pobre niño sin padre, ni dejarme sola a mi - acaricié su rostro con dulzura. Él me sonrió.
Joe:- Mi vida ya no tiene sentido: me caso con alguien que no amo, voy a ser padre de alguien que no sé si en verdad es mi hijo, no te tengo a ti, a mi familia...- me acercaba con cada estupidez que escuchaba de su boca, hasta silenciarlo con mis dedos y con un chisteo bajo. Joseph se quedó quieto, mirándome atónito.
Tu:- Sin ti, la vida de nadie tiene sentido...- mis labios cambiaron el lugar de mis dedos, con un sabor melancólico e inocente, adheridos como si estuviéramos cosidos, unidos... Ya no importaba respirar, no importaba nada más allá de sentirlo conmigo y amarlo como la primera vez, aunque sea con un beso...
Continuará...
Comenten y Sigan Leyendo...
Ni bien terminé los últimos toques para mi balnce del mes, mientras apagaba la computadora, escuché un ruido fulminantemente estruendoso y terrorífico como... un arma...
Había sonado ese disparo como si hubiera sido en mi piso, asomándome por la puerta y sin encontrar a nadie, tan sólo la oficina de Joseph prendida... Un mal presentimiento se pasó por mi mente. Corrí hacia su puerta y al querer abrirla, estaba cerrada. La desesperación me empezaba a bombear por todo el cuerpo.
Tu:- ¡Joseph! - grité golpeando la gruesa puerta de madera con mi puño - ¿Estás ahí? - nadie contestaba. Volteé para ver si alguien pasaba por allí, pero parecía que nadie se había quedado. Empecé a golpear más fuerte y no había respuestas - Por favor, abre la maldita puerta - no sabía por qué, las lágrimas empezaban a invadirme el rostro, el miedo a lo que se me venía a la mente y todo tipo de mala sensación a causa de ese espantoso ruido de disparo... Rezaba para que no haya sido adentro de esas cuatro paredes, sólo necesitaba estar tranquila... Tomé el celular, mientras mis manos temblaban de miedo, marcando su número... Él no contestaba y lo peor era que estaba prendido...
Rendida y asustada, me dejé deslizar por la puerta, llorando de pánico:- Por favor, contéstame... Por favor...- repetía en llanto desconsolado, mientras todo parecía oscurecerse a la par de la noche. Quería que me contestara, que me dijera un "Hola" por lo menos, tenía miedo de lo que le pudiera suceder...- Joe, escúchame... Te amo. Si, como escuchaste...¡Te amo más de lo que crees, más de lo que ella te ama, más de lo que alguna vez creíste! Contéstame, dime que estás bien...- me ahogaba en desesperación, abrazando mis piernas en sollozo - Te amo, Joe...- dije con la voz temblada, casi imperceptible...
En eso, siento que la puerta se destraba... No dudé, aunque estaba aterrada, en pasar a la oficina de él... Entré despacio, las piernas parecían quebrarse de miedo, pero el alma me volvía al cuerpo...
Aunque fue muy shockeante verlo sentado en su alfombra, sin el saco y llorando como nunca lo había visto. Su cuerpo parecía exhausto, teniéndose la cabeza conuna mano y con la otra sosteniendo un revólver. Sus manos temblaban igual que las mías, estaba enojado, terriblemente en medio del cuarto... Estaba ahogado en sollozos fuertes...
Alzó los ojos ante los míos. Estaba tan aterrorizada con la imagen que veía, nunca me hubiera imaginado algo parecido. Su mirada perdida entre lágrimas y con la respiración agitada... Me dejé caer junto su cuerpo inmóvil, con la misma expresión de él, casi sin pestañear al mismo tiempo que trataba de quitarle el arma de su mano.
Tu:- Joe...- pude modular - Por favor, dame el revólver...- suavemente le imploré.
Tomé su mano casi en pánico, sintiendo el frío hierro de esa cosa desagradable, alejándome de él y mirando el cartucho... Estaba lleno, pero faltaba una bala... La dejé nerviosa sobre los estantes de carpetas y sin pensarlo, lo atrpé en mis brazos, arrodillada enfrente suyo. Él no parecía reaccionar pero yo necesitaba tenerlo conmigo, saber que estaba bien y que no había concretado una locura de la que ni yo hubiera sobrevivido.
Lentamente, aunque sin casi fuerzas, sus brazos me tomaron con sorpresa y en mi cuello, masculló dos palabras que me habían reconfortado.
Joe:- Te amo...- sus labios húmedos tomaron la piel de mi cuello. Toda esa escena era tan triste, pero habia sido una pesadilla hecha realidad. Tomé su rostro entre mis manos y le llené las mejillas y el cuello de besos, unos desesperados, dulces...
Tu:- Me has asustado ¿Qué se te pasó por la cabeza? - le murmuré con mis ojos fijos a los de él. No contestaba, me miraba con una depresión muy profunda en sus ojos.
Joe:- La simple idea...- respiró profundo mirando el suelo, cerrando sus ojos como si le costara decirlo. Tragó saliva y me volvió a observar con los ojos cristalizados - No esatr contigo me está matando lenta y dolorosamente...
Tu:- Pero no puedes hacerme esto...- cuando me dí cuenta de lo que dije, ya era tarde.
Él se quedó mirándome con asombro.
Joe:- Es que no quiero seguir viviendo si no eres tú la que esté a mi lado...- de vuelta, sus ojos se aguaban incesantemente en el silencio del piso totalmente vacío.
Tu:- Siempre va a estar el mismo problema en el medio, vas a ser padre - me paré tratando de volver a al realidad y los problemas que afectaban nuestra relación. Hizo lo mismo al ver mi reacción, fijándose a mis ojos.
Joe:- Lo sé, pero tengo la ligera sospecha que todo se ha vuelto una farsa en mi vida... Mi relación con Sue y hasta el hijo que lleva en su vientre - parecía decidido con sus decisiones. No entendía nada.
Tu:- No puedes decir esas cosas de tu propia mujer y menos decir algo parecido de tu hijo. Listo, no vale la pena ni matarte ni dejar a un pobre niño sin padre, ni dejarme sola a mi - acaricié su rostro con dulzura. Él me sonrió.
Joe:- Mi vida ya no tiene sentido: me caso con alguien que no amo, voy a ser padre de alguien que no sé si en verdad es mi hijo, no te tengo a ti, a mi familia...- me acercaba con cada estupidez que escuchaba de su boca, hasta silenciarlo con mis dedos y con un chisteo bajo. Joseph se quedó quieto, mirándome atónito.
Tu:- Sin ti, la vida de nadie tiene sentido...- mis labios cambiaron el lugar de mis dedos, con un sabor melancólico e inocente, adheridos como si estuviéramos cosidos, unidos... Ya no importaba respirar, no importaba nada más allá de sentirlo conmigo y amarlo como la primera vez, aunque sea con un beso...
Continuará...
Comenten y Sigan Leyendo...
Etiquetas:
amor,
decisión,
dj danger,
engaños,
historia,
JB,
joe jonas,
nove joe,
Nuevo,
pareja,
relaciones,
se termina,
segunda nove,
sentimientos,
timidez,
vida
11 de abril de 2011
Capítulo 31: Resolución determinada...
"...Parecía que todo estaba actuado, que me lo hacían a propósito, pero no podía decir eso de Kevin, ya que sabía que era sincero en todo sentido. Pero Joseph en esa fiesta junto a su mujer, me había roto el corazón. Nunca la había visto a Susan y justamente un día de descanso, en el que no quiero pensar en ella, aparece besuqueándose con él...
Entre insultos, empecé a dirigirme al auto de Kevin, pensando que él venía atrás mío. La calle estaba toda vacía y callada, mientras mi llanto era constante y desgarrador.
Nunca vino Kevin, pero entre todas esas lágrimas, apareció alguien más...
- No llores, por favor...- al levantar la vista, lo ví a él , tan hermosamente como siempre y con esos ojos que me hacían llorar más en ese momento. Las palabras no salían de mi boca, pero mi mente decía que quería que se largara.
- Jo-Joseph...- dije acongojada y destruída. Él me calló dulcemente, con la voz baja y su tono ronco.
- Por favor, no hables, sólo mírame...- me tomó el rostro entre sus manos, levantando mis pupilas hacia esa mirada... Ese no era Joseph, esa no era su perpicaz mirada... Se notaba el cambio que se había ocasionado en sus ojos, que ahora, eran opacos, frívolos y serios ¿Kevin tenía razón?¿Él había cambiado...?
- No quiero...- traté de ser fuerte, pero con sólo observarlo una milésima de segundo, mi mundo se derrumbaba - No debo estar aquí y menos contigo...
- ¿Piensas que sólo tú tendrás problemas? Estoy casí al borde de casarme con Susan y no puedo dejar de penar en ti. Te veo en todas partes, estás en la oficina con las piernas cruzadas y una tenue sonrisa, caminando por el puerto con la mirada pensante, los días que te quedas en el balcón mirando las estrellas... No puedo dejarte ir. Me estás consumiendo - decía Joe mientras quedaba estupefacta.
- ¿Qué quieres que haga?¿Que me muera para no molestar en tu vida? - todo se tornó tan ridículo y doloroso - No digas que te consumí, porque yo ya lo estoy desde el día que pasaste mi puerta...- mis lágrimas incesantes me recorrían junto al delineador en mi rostro, limpiándolo burdamente con las mangas de mi camisa. Enfrentada a él, todo lo que se me pasaba por la cabeza, parecía quemarse en mi pecho, como si fuera un incendio imparable de enojo y a la vez, tristeza.
- Nunca podría vivir si tu no lo haces - se acercaba nervioso, con los ojos cristalizados - Entiéndelo, odio el sólo no levantarme a tu lado todas las mañanas y en vez de ti, encontrarla a Sue... Pero...- bajó la cabeza.
-... Hay un hijo de por medio y las cosas no van a cambiar por nada, tienes que hacer lo correcto...- nuestras voces se encontraban más tranquilas, pero mi cabeza iba a cien kilómentros por hora. Se lo veía devastado y eso era peor que cualquier cosa en el mundo.
- No quiero casarme con la persona equivocada, Dayns...- escuchar una vez más mi seudónimo de su boca, me estremeció, contando también con lo que decía anteriormente.
- No es por querer, es por deber - pronuncié seria, mirándolo algo más controlada por fuera.
Se quedó en silencio.
- Ya no me amas...- posó sus ojos en los míos y pocamente me enfrentó, teniendo que batallar con las lágrimas que me provocaban esa errónea idea de él, al respecto de lo que sentía... Era más que amar, era indescriptible, pero tuve que voltear la cara e irme de su lado, llamando a Kevin mientras entraba a la fiesta... A mis espaldas, se escuchó un fuerte puñetazo sobre el auto, pero no podía volver a mirar, no sino quería seguir sufriendo..."
Ya era tiempo de dejarlo ir, pero la mejor idea era alejándome de él por completo. Ese trabajo era el mejor que había tenido en la vida, pero el más destructivo también... Mi segunda familia era lo más lindo que poseía, Nick, Kevin y Denise eran todo, pero no quería estar el día que Joseph se case con Susan o cuando sea padre. Mi cabeza era un globo terráqueo que giraba sin cesar... ¡Si, te amo mucho! le tendía que haber dicho, pero esta boca sabe cuando callar y más cuando dejar de decir estupideces... Él es el que no me debe amar y todo lo que estaba pasando lo justificaba... La forma en que la besa y la abraza es destructivamente para mí... amor.
- ¡Maldita sea! - la computadora parecía explotar, pero todo se decía a mi nerviosismo... La verdad que desde el día que volví a encontrarme cara a cara con Dayna, todo está revuelto, mi ánimo, mis pensamientos... No dejaba de soñar con ella, con sus brazos, sus labios... Hasta pasaba por su oficina cientos de veces para mirarla concentrada y tan bella, perdido en la idea de correr a poseerla una vez más... - ¡Todo anda mal, todo! - grité, arrojando fuertemente mi lapicera contra la puerta, rascándome la nuca y desajustando la corbata que parecía ahogarme... Me paré y me serví un vaso de Whisky triple y de un trago, desapareció del vaso... Mi garganta quemaba, pero no más que mi amor que se estaba consumiendo de tristeza. Terminé tirando la corbata sobre el sillón y desabotonando los tres primeros botones de mi camisa blanca... Otro vaso del dulce néctar borra tristezas llenó mi estómago... Nada importaba, ni yo ni nadie... Sólo la mujer que estaba sentada en ese momento en el escritorio de la oficina nº 13, con el cabello suelto, soltando su perfume de ámbar en cada suspiro en su oído, su piel pidiendo una caricia marcada de fuego, un contacto de ojos penetrante y dulce, un "te amo" sobre sus labios, una sonrisa compartida mientras la tienes unida a ti...
Eso era lo que más preciaba y lo que menos tenía...
Un suspiró triste, me dejó caer sobre en sillón... Ya rendido, decidí cerrar la puerta de mi gran oficina y abrir el seguro del último cajón de mi escritorio, cerrando los ojos con la simple idea de lo que se me ocurría...
Continuará...
Comenten mucho (Espero 5 comentarios) y Sigan leyendo...
Entre insultos, empecé a dirigirme al auto de Kevin, pensando que él venía atrás mío. La calle estaba toda vacía y callada, mientras mi llanto era constante y desgarrador.
Nunca vino Kevin, pero entre todas esas lágrimas, apareció alguien más...
- No llores, por favor...- al levantar la vista, lo ví a él , tan hermosamente como siempre y con esos ojos que me hacían llorar más en ese momento. Las palabras no salían de mi boca, pero mi mente decía que quería que se largara.
- Jo-Joseph...- dije acongojada y destruída. Él me calló dulcemente, con la voz baja y su tono ronco.
- Por favor, no hables, sólo mírame...- me tomó el rostro entre sus manos, levantando mis pupilas hacia esa mirada... Ese no era Joseph, esa no era su perpicaz mirada... Se notaba el cambio que se había ocasionado en sus ojos, que ahora, eran opacos, frívolos y serios ¿Kevin tenía razón?¿Él había cambiado...?
- No quiero...- traté de ser fuerte, pero con sólo observarlo una milésima de segundo, mi mundo se derrumbaba - No debo estar aquí y menos contigo...
- ¿Piensas que sólo tú tendrás problemas? Estoy casí al borde de casarme con Susan y no puedo dejar de penar en ti. Te veo en todas partes, estás en la oficina con las piernas cruzadas y una tenue sonrisa, caminando por el puerto con la mirada pensante, los días que te quedas en el balcón mirando las estrellas... No puedo dejarte ir. Me estás consumiendo - decía Joe mientras quedaba estupefacta.
- ¿Qué quieres que haga?¿Que me muera para no molestar en tu vida? - todo se tornó tan ridículo y doloroso - No digas que te consumí, porque yo ya lo estoy desde el día que pasaste mi puerta...- mis lágrimas incesantes me recorrían junto al delineador en mi rostro, limpiándolo burdamente con las mangas de mi camisa. Enfrentada a él, todo lo que se me pasaba por la cabeza, parecía quemarse en mi pecho, como si fuera un incendio imparable de enojo y a la vez, tristeza.
- Nunca podría vivir si tu no lo haces - se acercaba nervioso, con los ojos cristalizados - Entiéndelo, odio el sólo no levantarme a tu lado todas las mañanas y en vez de ti, encontrarla a Sue... Pero...- bajó la cabeza.
-... Hay un hijo de por medio y las cosas no van a cambiar por nada, tienes que hacer lo correcto...- nuestras voces se encontraban más tranquilas, pero mi cabeza iba a cien kilómentros por hora. Se lo veía devastado y eso era peor que cualquier cosa en el mundo.
- No quiero casarme con la persona equivocada, Dayns...- escuchar una vez más mi seudónimo de su boca, me estremeció, contando también con lo que decía anteriormente.
- No es por querer, es por deber - pronuncié seria, mirándolo algo más controlada por fuera.
Se quedó en silencio.
- Ya no me amas...- posó sus ojos en los míos y pocamente me enfrentó, teniendo que batallar con las lágrimas que me provocaban esa errónea idea de él, al respecto de lo que sentía... Era más que amar, era indescriptible, pero tuve que voltear la cara e irme de su lado, llamando a Kevin mientras entraba a la fiesta... A mis espaldas, se escuchó un fuerte puñetazo sobre el auto, pero no podía volver a mirar, no sino quería seguir sufriendo..."
Ya era tiempo de dejarlo ir, pero la mejor idea era alejándome de él por completo. Ese trabajo era el mejor que había tenido en la vida, pero el más destructivo también... Mi segunda familia era lo más lindo que poseía, Nick, Kevin y Denise eran todo, pero no quería estar el día que Joseph se case con Susan o cuando sea padre. Mi cabeza era un globo terráqueo que giraba sin cesar... ¡Si, te amo mucho! le tendía que haber dicho, pero esta boca sabe cuando callar y más cuando dejar de decir estupideces... Él es el que no me debe amar y todo lo que estaba pasando lo justificaba... La forma en que la besa y la abraza es destructivamente para mí... amor.
- ¡Maldita sea! - la computadora parecía explotar, pero todo se decía a mi nerviosismo... La verdad que desde el día que volví a encontrarme cara a cara con Dayna, todo está revuelto, mi ánimo, mis pensamientos... No dejaba de soñar con ella, con sus brazos, sus labios... Hasta pasaba por su oficina cientos de veces para mirarla concentrada y tan bella, perdido en la idea de correr a poseerla una vez más... - ¡Todo anda mal, todo! - grité, arrojando fuertemente mi lapicera contra la puerta, rascándome la nuca y desajustando la corbata que parecía ahogarme... Me paré y me serví un vaso de Whisky triple y de un trago, desapareció del vaso... Mi garganta quemaba, pero no más que mi amor que se estaba consumiendo de tristeza. Terminé tirando la corbata sobre el sillón y desabotonando los tres primeros botones de mi camisa blanca... Otro vaso del dulce néctar borra tristezas llenó mi estómago... Nada importaba, ni yo ni nadie... Sólo la mujer que estaba sentada en ese momento en el escritorio de la oficina nº 13, con el cabello suelto, soltando su perfume de ámbar en cada suspiro en su oído, su piel pidiendo una caricia marcada de fuego, un contacto de ojos penetrante y dulce, un "te amo" sobre sus labios, una sonrisa compartida mientras la tienes unida a ti...
Eso era lo que más preciaba y lo que menos tenía...
Un suspiró triste, me dejó caer sobre en sillón... Ya rendido, decidí cerrar la puerta de mi gran oficina y abrir el seguro del último cajón de mi escritorio, cerrando los ojos con la simple idea de lo que se me ocurría...
Continuará...
Comenten mucho (Espero 5 comentarios) y Sigan leyendo...
Etiquetas:
amor,
besos,
decisión,
engaños,
historia,
joe,
joe jonas,
kevin,
noviazgo,
pareja,
recuerdos,
relaciones,
salida,
se termina,
segunda nove,
sentimientos
3 de abril de 2011
Capítulo 30: Todo me pasa a mí
Todo marchaba bien, el trabajo era algo común y estresante, pero debía hacerlo por mis impuestos y mi mantención. Lo único que dolía era verlo a él todos los días, caminando por enfrente de mi oficina y ver que no se voltea...
Hace casi dos meses que no hablo con Joseph y cada vez se hace más cotidiano, pero el corazón sigue doliendo como el primer día.
Verlo con su traje negro, con carpetas y tazas de café en la mano, subiendo y bajando por el ascensor, me dejaban tan atónita, pero siempre que lo veía, volvía a aparecer la imagen del peor día de mi vida...
" Un día como cualquiera, estaba en mi computadora terminando el resumen del mes pasado... Con sólo escuchar mes pasado se me hacía un nudo en el estómago y la palabra "bebé" me reboloteaba por la cabeza... Con tan sólo un insulto a Sue y con gran suspiro, tenía que seguir trabajando.
Kev:- Niña...- él siempre mantuvo la misma energía, la mima amistad que era lo que más necesitaba - no dudó en acercarse y abrazarme dulcemente, rodeándome en su pecho y con un suspiro entre dientes.
Tu:- Hola Kevin...- lo miré agobiada, cansada de todo.
Kev:- Por favor, tienes que estar mejor... No me gusta verte mal y menos por él - me había enterado que Joseph se había peleado con él, ya que cuando salió a la luz algo como ese embarazo, toda la casa colapsó. Joe, desde entonces, no lo veo nunca por su casa y cada tanto hablo con Denise.
Tu:- Intento, pero a veces, verlo me hace mal - él se sentó frente a mí, encima del escritorio - Con todo lo que me enamoré de él, va a ser difícil dejarlo y más si es con Susan...- su nombre me ponía agrasiva, pero no tenía toda la culpa.
Kev:- Calma, hagamos esto. Mañana, hay una fiesta en la casa de Fernando de Administración... Ven conmigo y sales un poco - siempre era tan considerado y bueno que me terminaba convenciendo.
Tu:- Está bien, me hará bien salir contigo - le sonreí dulcemente, viendo como él me la devolvía de la misma manera. Se paró del escritorio.
Kev:- Bueno, quiero un café y luego vuelvo a trabajar, ¿te traigo uno? - aplaudió y me miró. Asentí y le volví a sonreír. Era la única persona que me sacaba de ese pozo depresivo que me seguía a todas partes.
Salió por la puerta y tuve que seguir tipeando el resumen.
Era imposible no querer verla. Yo quería entar a su oficina, quería mirarla a los ojos, besarla hasta morirme en su boca de manera tal que sea mía para toda la vida... Pero no podía, tenía que dejar mi vida planeada con ella y empezarla con Susan aunque no quiera, ya que los padres de ella, me obligaron a tomar la responsabilidad y casarme como se debe con ella.
La necesitaba a Dayns, la extrañaba... Mi madre se había enojado conmigo por lo que había sucedido y con la simple idea de que tendría que casarme con ella, además de aceptarlo, me había echado de casa...
En realidad, quise irme y mi madre dijo que era lo mejor para Dayna y para mí, que ahora, tenía que empezar una nueva vida.
Susan estaba con licencia por maternidad y por suerte, no estaba en la Empresa, pero tenerla tan cerca a mi Dayns, me hacía mal.
Llegó la noche de viernes, estaba esperando a Kevin en el living ya vestida y emocionada por salir. Escuché la puerta y sólo pude abrirle con una amplia sonrisa, que a él, lo hizo ruborizar.
Kev:- Estás hermosa, Daynie...- me miró dulcemente, con una mezcla sensual y tierna.
Tu:- Gracias...- le dije tímida. Me ofreció su mano y la tomé con un esbozo calmo y sonriente.
Llegamos entre risas a la fiesta... Hace días no me sentía tan risueña, había llorado todas esas semanas que las había pasado tan sola y mal, había un espacio en mi cama que nadie iba a poder llenar en mi vida...
El salón de esa casa parecía la multitud de un recital, escuchando la música a todo lo que daba, tanto que retumbaban las paredes.
Kevin saludó con la mano a un grupo de gente. Eran todos mis compañeros de Áre, sonriendo y bailando como nunca los había visto. Sólo los conocía sentados en un escritorio, escribiendo en sus computadoras y tomando café...
Una de las chicas, de pelo negro casi como la noche y lacio perfecto, me sonrió asombrada. Se llamaba Julia.
Julia:- Srita. Bartney...- me miró amigable.
Me hizo reír por la forma en que me llamaba. Apoyé mi mano en su hombro.
Tu:- Dime Dayna... No estamos en la Empresa...- nos reíamos juntas.
Julia:- ¿Quieres algo de tomar? Hay cerveza, martinis, tequila... Lo que quieras en esta loca fiesta - tenía un buen humor y me encantaba su tombre de voz, veindo su manera tan perspicaz que poseía.
Con ella estaba uno de los del Sector 3 de Conducción, Lionel Gherid. Era un hombre de 30 años, pero parecía de imi edad, de pelo ondeado, corto y tez morena. Su voz era ronca y de fumador.
Lionel:- Déjate llevar por la diversión - me señaló él mientras bailaba en el lugar, como si quisiera correr con Julia al centro de la casa, a la concentración de descontrol y baile.
Parecían fiestas de secundaria.
Estaban los momentos tranquilos y también sitios así... Eso necesitaba, un lugar tranquilo.
Tu:- Kev...- se susurré en el oído sin que nadie escuche - Vamos hacia otro lado, no me gusta mucho el ruido...
Él me tomó de la mano y nos fuimos a los jardines. Había mucha gente allí, pero estaban hablando, riendo o capaz haciendo algunas cosas pecaminosas, pero estaba todo tranquilo...
Caminaba al lado de Kevin, sonriendo con las cosas que me contaba como cuando metía a Nicholas al armario y le decía que no salga porque lo atraparían los enanos de Blancanieves y él lo insultaba porque no creía en esas cosas... Yo me moría de risa, hasta que sin querer nombró a Joseph. Sabía que lo hacía a propósito.
Kev:- El peor era Joe. Siempre tan alegre y travieso. Mamá siempre andaba retándolo porque era inquieto... Lo sigue siendo o lo era - susurró pensante. Me quedé mirándolo.
Tu:- ¿Qué tratas de decirme?...- le advertí.
Kev:- Perdón Daynie, pero desde que no está contigo se equivoca en la Empresa, está caído, serio... No es el Joseph de siempre, es una anémona...- esta vez la palabra no me daba risa, sino que me cerraba la garganta.
Tu:- ¿Y yo? Lloro todas las noches al ver cómo nunca se prende la luz de su cuarto o cuando el celular está sin mensajes, cuando veo mi cama tan vacía cuando despierto y no lo veo allí, cuando tengo frío y no hay palabras ni abrazos que me reconforten... Estoy mal, Kevin y no hay nada qué hacer al respecto...- apoyé la palma de mi mano en mi rostro, escuchando el bombear de mi corazón con sólo pensar en él otra vez... Las lágrima querían salir y no sabía cómo resistirlas, pero no hubo caso... Se vislumbraba justamente a las espaldas de Kevin, un grupo de sieto u ocho personas de las cuales, dos las conocía, las conocía demasiado...
Ese pelo largo, esa desfachatez la conocía... La forma en que abrazaba a esa persona con tal acorralo que me ahogaba a mí y un abdomen que se asomaba pocamente, pero lo necesario apra ver que estaba embarazada... Era Susan, abrazando a Joseph, mientras que él, sostenía un vaso de Whisky y hablaba con una pareja de ese grupo, sosteniendo una agradable sonrisa. ¿Eso signifia que está triste? Eso no lo notaba, al contrario, tenía todo lo que siempre quiso... Pero yo no protagonizaba su sueño cumplido.
Tu:- Él estará bien, un hijo lo puede todo...- mis ojos se llenaron de lágrimas al ver cómo se besaban cortamente. Me hervía la sangre, se me oprimía el pecho y Kevin me miraba sin entenderme - Además, se lo ve bien con Susan - miré fija a la pareja que me estaba consumiendo el alma.
Kevin se volteó e insulto resignado. Me miró y vio que estaba mirándolos con tanta atención con los ojos hinchados y mojados.
Estaban tan juntos que era inevitable no querer gritar desesperada.
Kev:- Déjalos de ver, preciosa... No te mereces esto. Fue mi culpa traerte - vi como sus ojos bajaron.
Tu:- No es tu culpa, lo hiciste porque te importo. Sólo tengo mala suerte y el destino me está jugando sucio... Como desearía que Gaby nunca haya muerto, que nunca lo haya conocido a Joe... Desearía nunca haberlo amado tanto...- decidí irme de esa imagen tan abismal para mí, escuchando gritar a Kevin mi nombre a las espaldas...
Kev:- ¡DAYNA! ¡NO TE VAYAS!...
¡DAYNA! ¡NO TE VAYAS!... No sé si eso era un espejismo o un pensamiento mío, pero era claro...
Roté mi cabeza al escuchar ese grito familliar, viéndola a ella entrando a la casa... ¿Me había visto?¿Por qué se iba así?
Empecé a ver que estaba Kevin corriendo tras ella, pensando lo peor...
Joe (Pensando):- Kevin... No puede ser... ¿qué le habrá hecho? Juro que lo mato si le hizo algo que la lastimó - igual, no sé por qué pensaba así si no podía hacer nada al respecto... Escuchando como la voz de Susan atravesaba mis pensamientos...
Sue:- ¿Joe?¿Me escuchaste? - me miró confundida - Veo que no...
Joe:- Perdón, quedé pensante... ¿Qué pasó? - le dije todavía algo despejado.
Sue:- Estás raro - entrecerró los ojos, con la mirada fulminante - Bueno, lo que te dije fue que me siento algo mal... ¿Nos vamos? - suplicó algo patéticamente.
Joe:- ¿En serio? No me quiero ir, la estamos pasando bien - le sonreí, buscando su consentimiento.
Sue:- Lo sé, pero estoy con náuseas...- me miró con cara de niña caprichosa.
Me quería quedar más tiempo, ver qué estaba pasando en esa fiesta y que tenía que ver mi hermano Kevin con ella..."
Continuará... Sigan leyendo y Comenten :)
Hace casi dos meses que no hablo con Joseph y cada vez se hace más cotidiano, pero el corazón sigue doliendo como el primer día.
Verlo con su traje negro, con carpetas y tazas de café en la mano, subiendo y bajando por el ascensor, me dejaban tan atónita, pero siempre que lo veía, volvía a aparecer la imagen del peor día de mi vida...
" Un día como cualquiera, estaba en mi computadora terminando el resumen del mes pasado... Con sólo escuchar mes pasado se me hacía un nudo en el estómago y la palabra "bebé" me reboloteaba por la cabeza... Con tan sólo un insulto a Sue y con gran suspiro, tenía que seguir trabajando.
Kev:- Niña...- él siempre mantuvo la misma energía, la mima amistad que era lo que más necesitaba - no dudó en acercarse y abrazarme dulcemente, rodeándome en su pecho y con un suspiro entre dientes.
Tu:- Hola Kevin...- lo miré agobiada, cansada de todo.
Kev:- Por favor, tienes que estar mejor... No me gusta verte mal y menos por él - me había enterado que Joseph se había peleado con él, ya que cuando salió a la luz algo como ese embarazo, toda la casa colapsó. Joe, desde entonces, no lo veo nunca por su casa y cada tanto hablo con Denise.
Tu:- Intento, pero a veces, verlo me hace mal - él se sentó frente a mí, encima del escritorio - Con todo lo que me enamoré de él, va a ser difícil dejarlo y más si es con Susan...- su nombre me ponía agrasiva, pero no tenía toda la culpa.
Kev:- Calma, hagamos esto. Mañana, hay una fiesta en la casa de Fernando de Administración... Ven conmigo y sales un poco - siempre era tan considerado y bueno que me terminaba convenciendo.
Tu:- Está bien, me hará bien salir contigo - le sonreí dulcemente, viendo como él me la devolvía de la misma manera. Se paró del escritorio.
Kev:- Bueno, quiero un café y luego vuelvo a trabajar, ¿te traigo uno? - aplaudió y me miró. Asentí y le volví a sonreír. Era la única persona que me sacaba de ese pozo depresivo que me seguía a todas partes.
Salió por la puerta y tuve que seguir tipeando el resumen.
Era imposible no querer verla. Yo quería entar a su oficina, quería mirarla a los ojos, besarla hasta morirme en su boca de manera tal que sea mía para toda la vida... Pero no podía, tenía que dejar mi vida planeada con ella y empezarla con Susan aunque no quiera, ya que los padres de ella, me obligaron a tomar la responsabilidad y casarme como se debe con ella.
La necesitaba a Dayns, la extrañaba... Mi madre se había enojado conmigo por lo que había sucedido y con la simple idea de que tendría que casarme con ella, además de aceptarlo, me había echado de casa...
En realidad, quise irme y mi madre dijo que era lo mejor para Dayna y para mí, que ahora, tenía que empezar una nueva vida.
Susan estaba con licencia por maternidad y por suerte, no estaba en la Empresa, pero tenerla tan cerca a mi Dayns, me hacía mal.
Llegó la noche de viernes, estaba esperando a Kevin en el living ya vestida y emocionada por salir. Escuché la puerta y sólo pude abrirle con una amplia sonrisa, que a él, lo hizo ruborizar.
Kev:- Estás hermosa, Daynie...- me miró dulcemente, con una mezcla sensual y tierna.
Tu:- Gracias...- le dije tímida. Me ofreció su mano y la tomé con un esbozo calmo y sonriente.
Llegamos entre risas a la fiesta... Hace días no me sentía tan risueña, había llorado todas esas semanas que las había pasado tan sola y mal, había un espacio en mi cama que nadie iba a poder llenar en mi vida...
El salón de esa casa parecía la multitud de un recital, escuchando la música a todo lo que daba, tanto que retumbaban las paredes.
Kevin saludó con la mano a un grupo de gente. Eran todos mis compañeros de Áre, sonriendo y bailando como nunca los había visto. Sólo los conocía sentados en un escritorio, escribiendo en sus computadoras y tomando café...
Una de las chicas, de pelo negro casi como la noche y lacio perfecto, me sonrió asombrada. Se llamaba Julia.
Julia:- Srita. Bartney...- me miró amigable.
Me hizo reír por la forma en que me llamaba. Apoyé mi mano en su hombro.
Tu:- Dime Dayna... No estamos en la Empresa...- nos reíamos juntas.
Julia:- ¿Quieres algo de tomar? Hay cerveza, martinis, tequila... Lo que quieras en esta loca fiesta - tenía un buen humor y me encantaba su tombre de voz, veindo su manera tan perspicaz que poseía.
Con ella estaba uno de los del Sector 3 de Conducción, Lionel Gherid. Era un hombre de 30 años, pero parecía de imi edad, de pelo ondeado, corto y tez morena. Su voz era ronca y de fumador.
Lionel:- Déjate llevar por la diversión - me señaló él mientras bailaba en el lugar, como si quisiera correr con Julia al centro de la casa, a la concentración de descontrol y baile.
Parecían fiestas de secundaria.
Estaban los momentos tranquilos y también sitios así... Eso necesitaba, un lugar tranquilo.
Tu:- Kev...- se susurré en el oído sin que nadie escuche - Vamos hacia otro lado, no me gusta mucho el ruido...
Él me tomó de la mano y nos fuimos a los jardines. Había mucha gente allí, pero estaban hablando, riendo o capaz haciendo algunas cosas pecaminosas, pero estaba todo tranquilo...
Caminaba al lado de Kevin, sonriendo con las cosas que me contaba como cuando metía a Nicholas al armario y le decía que no salga porque lo atraparían los enanos de Blancanieves y él lo insultaba porque no creía en esas cosas... Yo me moría de risa, hasta que sin querer nombró a Joseph. Sabía que lo hacía a propósito.
Kev:- El peor era Joe. Siempre tan alegre y travieso. Mamá siempre andaba retándolo porque era inquieto... Lo sigue siendo o lo era - susurró pensante. Me quedé mirándolo.
Tu:- ¿Qué tratas de decirme?...- le advertí.
Kev:- Perdón Daynie, pero desde que no está contigo se equivoca en la Empresa, está caído, serio... No es el Joseph de siempre, es una anémona...- esta vez la palabra no me daba risa, sino que me cerraba la garganta.
Tu:- ¿Y yo? Lloro todas las noches al ver cómo nunca se prende la luz de su cuarto o cuando el celular está sin mensajes, cuando veo mi cama tan vacía cuando despierto y no lo veo allí, cuando tengo frío y no hay palabras ni abrazos que me reconforten... Estoy mal, Kevin y no hay nada qué hacer al respecto...- apoyé la palma de mi mano en mi rostro, escuchando el bombear de mi corazón con sólo pensar en él otra vez... Las lágrima querían salir y no sabía cómo resistirlas, pero no hubo caso... Se vislumbraba justamente a las espaldas de Kevin, un grupo de sieto u ocho personas de las cuales, dos las conocía, las conocía demasiado...
Ese pelo largo, esa desfachatez la conocía... La forma en que abrazaba a esa persona con tal acorralo que me ahogaba a mí y un abdomen que se asomaba pocamente, pero lo necesario apra ver que estaba embarazada... Era Susan, abrazando a Joseph, mientras que él, sostenía un vaso de Whisky y hablaba con una pareja de ese grupo, sosteniendo una agradable sonrisa. ¿Eso signifia que está triste? Eso no lo notaba, al contrario, tenía todo lo que siempre quiso... Pero yo no protagonizaba su sueño cumplido.
Tu:- Él estará bien, un hijo lo puede todo...- mis ojos se llenaron de lágrimas al ver cómo se besaban cortamente. Me hervía la sangre, se me oprimía el pecho y Kevin me miraba sin entenderme - Además, se lo ve bien con Susan - miré fija a la pareja que me estaba consumiendo el alma.
Kevin se volteó e insulto resignado. Me miró y vio que estaba mirándolos con tanta atención con los ojos hinchados y mojados.
Estaban tan juntos que era inevitable no querer gritar desesperada.
Kev:- Déjalos de ver, preciosa... No te mereces esto. Fue mi culpa traerte - vi como sus ojos bajaron.
Tu:- No es tu culpa, lo hiciste porque te importo. Sólo tengo mala suerte y el destino me está jugando sucio... Como desearía que Gaby nunca haya muerto, que nunca lo haya conocido a Joe... Desearía nunca haberlo amado tanto...- decidí irme de esa imagen tan abismal para mí, escuchando gritar a Kevin mi nombre a las espaldas...
Kev:- ¡DAYNA! ¡NO TE VAYAS!...
¡DAYNA! ¡NO TE VAYAS!... No sé si eso era un espejismo o un pensamiento mío, pero era claro...
Roté mi cabeza al escuchar ese grito familliar, viéndola a ella entrando a la casa... ¿Me había visto?¿Por qué se iba así?
Empecé a ver que estaba Kevin corriendo tras ella, pensando lo peor...
Joe (Pensando):- Kevin... No puede ser... ¿qué le habrá hecho? Juro que lo mato si le hizo algo que la lastimó - igual, no sé por qué pensaba así si no podía hacer nada al respecto... Escuchando como la voz de Susan atravesaba mis pensamientos...
Sue:- ¿Joe?¿Me escuchaste? - me miró confundida - Veo que no...
Joe:- Perdón, quedé pensante... ¿Qué pasó? - le dije todavía algo despejado.
Sue:- Estás raro - entrecerró los ojos, con la mirada fulminante - Bueno, lo que te dije fue que me siento algo mal... ¿Nos vamos? - suplicó algo patéticamente.
Joe:- ¿En serio? No me quiero ir, la estamos pasando bien - le sonreí, buscando su consentimiento.
Sue:- Lo sé, pero estoy con náuseas...- me miró con cara de niña caprichosa.
Me quería quedar más tiempo, ver qué estaba pasando en esa fiesta y que tenía que ver mi hermano Kevin con ella..."
Continuará... Sigan leyendo y Comenten :)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)