22 de noviembre de 2010

Capítulo 30: Sospechas nuevas

Había llegado recién a Estados Unidos, con la sonrisa más grande y la emoción por las nubes, encontrando a Joseph en el aeropuerto.
- ¡¡¡Amor!!! - se escuchó por el pasillo al encontrarlo a la distancia, al final del pasillo, viendo que su sonrisa, que a lo lejos había reconocido, era tan perfecta como la recordaba.
Sólo podía correr, sin importarme ni la maleta ni nada, pareciendo desesperada pero era felíz viendo que al fin lo tenía de vuelta conmigo.
Quedé enfrente de él, sin poder casi respirar, cruzando nuestras miradas de emoción, casi sin poder creer que estábamos juntos...
Él se acercó a mí, mientras sentía su mano acaricirme la cara con amor, dulzura. Cerré los ojos y me entregué a sus caricias.
- Estás aquí- él susurró en mi oído de una forma suave, abrazándome con fuerza y calidez.
- Si, amor... Volví.
La emoción que tenía en ese momento era indescriptible, sólo pudiendo besar esos labios que andaba necesitando hace meses, que anhelaba en mis sueños, que eran sólo míos.
Ese había sido un encuentro hermoso, buscado, que me llenaba el cuerpo de alegría.


Después de ya tenerla conmigo, la llevé a lo que desde ese día sería nuestro hogar, adonde pensamos tener un futuro juntos, una vida compartida.
Íbamos felices de la mano, muy cariñosos, caminando hacia mi auto que estaba estacionado cerca.
- ¿Qué me cuentas de tus estudios? - le preguntaba mientras ella me sonreía hermosamente.
- Bien, no sé... Estuve viendo dibujo y era muy interesante...
- ¿Ibas a seguir Diseño, no?


- Si, es mi sueño - cuando terminé de decirle eso, él me estaba abriendo la puerta de su auto, mientras un señor de pelo castaño y de gran estatura, de unos muchos años más que Joe, se acercó a él y lo llamó por su nombre con dudas.
- ¿Eres Joseph?- esa persona tenía una voz estridente y seria.
Mi novio, que se había metido al auto, con cara de confusión, salió de nuevo, cerrándolo y dejándome adentro a mí.
- Si, que desea- había sido muy cordial con el señor.
- Me gustaría hablar con usted, no nos conocemos nosotros, pero conoces a alguien que tenemos en común...
- Si me dice de quién estamos hablando, podré decirle si podemos hablar.

Esa persona me miró, sabiendo que yo estaba al tanto de lo que decía aunque no entendía.
- Pero me gustaría hablarlo a solas.
Él dudó por un momento, mirándome también:- Podemos hablarlo aquí, ella es mi mujer.
- ¿Es su esposa?
- Digamos que todavía no, pero pronto lo será - eso hizo que mi corazón se acelerara al verlo voltear y regalarme una sonrisa.

- Igual, sin nadie más que nosotros debemos hablar... ¿Cuándo puede?
~ ¿Qué se cree? No lo conozco y me viene a citar de la nada... Esto es raro.~
- Puede decirme, por lo menos, ¿Quién es usted?- no necesitábamos tanta incógnita. Sentía que era por la empresa de papá.
El señor enfrente mío, dudó y hasta me dijo que no era bueno decírmelo.
- Dígalo, hombre... Sino no podré hablar con usted.
- Soy Germann Blooyer - me lo dijo resignado, poniéndome nervioso con sólo escuchar su apellido.
~ Es el mismo apellido que... ¿Qué le habrá pasado?~
- Bueno, venga hoy a mi casa y hablaremos.
Le anoté en la agenda que me dio la dirección.
- Gracias por tu atención. Pasaré esta tarde. Vivo cerca de allí, no habrá problema.


Joseph se subió al coche y sin volver a decir una palabra, empezó a manejar.
Parecía que no existía. Decidí preguntar como toda mujer preocupada.
- ¿Quién era el señor?
No me dijo nada por unos segundos:- Un cliente que quiere hablar sobre trabajo... la Empresa.
- Bueno. Parecía nervioso, algo preocupado... ¿Cómo se llama?- dije sin acordarme su nombre.
- Germann Blooyer...- su voz temblaba al decir ese nombre. Sentía que algo me estaba escondiendo.
Me callé hasta llegar a la casa.

- Bienvenida, señora de la casa- su voz era seductora, sintiendo sus manos recorrer mi cintura. Me miraba como prendido fuego.
- ¿Señora de la casa?...- seguí su juego, pegando mis senos en su pecho, mirándolo fijamente.
Él sonreía con picardía.
- Por supuesto... Y yo soy tu...- lo interrumpí.
- Tu eres mi mascota- una risa se me escapó, viendo como Joe me miraba mucho más deseoso, sonriendo maliciosamente.
- ¿Te haces la graciosa conmigo? Ahora vas a ver...-
Cuando menos lo pensé, me había tomado en brazos. Yo grité del susto.
- ¡Joseph!¿Qué haces?- lo miraba todavía asustada.
- No sé...- se hacía el misterioso y era muy fácil de adivinar lo que quería conmigo.
Pero quería descansar, no era justamentte lo que m´sa quería hacer, pero necesitaba una ducha.
- Joe, bájame- le dije mientras me subía en alzas por las escaleras.
- No, amor- dijo convencido.
- No quiero hacerlo...
Cuando él escuchó eso, sentí como su rostro se desganaba. No me soltó hasta que llegamos al cuarto, sentándome lentamente en, ahora, nuestra cama. Se puso a mi lado y me sonrió.
- ¿Estás cansada, no?
Asentí mi cabeza:- Bueno, pero queda pendiente para más tarde - lo tomé del rostro y lo besé con dulzura. Él me tomó en sus brazos, dándome un tierno abrazo.
- Voy a hacer todo lo que tu me digas... Quiero que seas felíz, que tengas tus opiniones y decisiones. No te voy a presionar...
- Ers demasiado dulce...- volví a besarlo, muerta de amor, sintiendo como el se reía entre besos ante mi reacción. Yo no lo dejaba casi respirar, sintiendo como él me lo avisaba.
- Amor...(Besos)... No...(Besos)... RESPIRO!...(Besos)- lo solté lentamente, yo tampoco respiraba, riéndome mucho, abrazándolo una vez más antes de pararme y aprontarme para ducharme.
- ¿Qué vas a hacer?- dijo confundido, al verme salir del cuarto, siguiéndome.
Lo mire mientras me estiraba:- Necesito una ducha...
Como todo hombre lleno de hormonas, me dedicó una mirada y sonrisa pícara, pervertida.

- Ya sé en lo que piensas - lo señalé con una cara sospechosa.
- No sé en lo que tú crees que pienso- se acercó con acecho, sonriendo todavía.
Salí corriendo como toda doncella en apuros, sintiendo que él me sacó a correr. Él era muy rápido.
Bajé las escaleras casi volando, llorando de risa, con la respiración agitada.
- ¡Ahhhhhhhhh! ¡Nooo!¡Joeeeee!- miraba hacia atrás y él seguía allí, persiguiéndome.
- Ya te voy a atrapar...- decía entre risas.
Finalmente,  me atrapó en la cocina, teniéndome acorralada en la pared. Me tenía en sus brazos, besando mi boca con romanticismo, delicadeza, sintiendo el paraíso en sus labios, acariciando mi espalda.
- Te atrapé... No puedes escapar de mí.
- Puedo, pero te tengo lástima- acaricié su nariz con la mía, viendo que la fruncía entre suspiros y sonrisas. Besé sus labios y empecé a tratar de zafarme.
Él no quería.
- Joe, déjame salir... tengo que bañarme- dije entre carcajadas. Él negaba con la cabeza, mordiéndose el labio inferior, mientras me observaba lentamente.
- Corrección: Tenemos que BAÑARNOS- él introdujo sus manos dentro de mi camisa. Estaba temblando ante su contacto, suspirando fuertemente.
Cuando estaba por decir que sí, ya al borde de ceder en todo lo que me dijera, se escuchó el timbre, arruinando el momento.
Él se alejó:- Voy yo...- me besó en la boca y se marchó a la entrada.
Me estaba derritiendo, me había encendido por completo...

Fui a ver quién era el que tocaba la puerta, abriéndolo y encontrándome a...


¿A quién será?... Sigan leyendo y comenten!


Escritora: Vicky♥

1 comentario:

  1. nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!! subilaaaa

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Jonas Brothers... My life♥


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